Ministro de Economía hace seis recomendaciones a su sucesor
A los economistas no solo se los puede diferenciar entre ortodoxos y heterodoxos, sino también entre pesimistas y optimistas. Waldo Mendoza, actual titular del MEF y oriundo de Vilcashuamán (Cusco), de tendencia macroeconómica, se caracteriza siempre por su excesivo optimismo. Por esa razón predijo que no habría segunda ola del Covid-19; y frente a esa tremenda patinada, tuvo que reconocer en su momento que se equivocó de cabo a rabo. Ahora vuelve a la carga con su renovado optimismo, pero con cifras y datos que quizás le den la razón en los próximos años. A partir de ello ha formulado, sin decirlo explícitamente, una suerte de memorándum, casi de obligatorio cumplimiento, para el gobierno que se instalará el próximo 28 de julio.
Mendoza está convencido, discrepando incluso con el propio presidente Sagasti, de que este año 2021, si el nuevo gobierno no hace barbaridades, el Perú crecerá en un 10% como mínimo, volviendo a ubicarse en el mundo como uno de los países con mayor crecimiento económico; aunque el BCR es más optimista y avizora casi un 11% de repunte. Ya en el primer trimestre de este año esta fase de recuperación se mostró con un 3.8% de crecimiento, en el que la inversión pública llega al 16.4% y la importación de bienes de capital aumentó en un 74%, en comparación con el 2019. Atrincherado en esta solvencia de los datos, el actual ministro de Economía formula seis recomendaciones al nuevo gobierno.
Primera. “Con la macroeconomía sí se come”. Un gobierno jamás debe olvidar que el control de la inflación es la clave para la estabilidad y el crecimiento. Lo dice porque los peruanos, durante más de 25 años, nos hemos acostumbrado a vivir sin ella, olvidándonos de la trágica situación de la década de los ochenta, cuando la inflación llegó a 50% cada mes. Recuerda que, a pesar de la pandemia, el Perú sigue ocupando los primeros lugares en el mundo en control de la inflación, con un promedio anual del 2%. No debemos olvidar que en el año 2019 el Perú ocupó el primer lugar a nivel global en estabilidad macroeconómica en los Índices de Competitividad, algo que se derrumbó en estos últimos dos años por la pandemia.
Segunda. Si el país quiere generar un abanico amplio de políticas públicas de inclusión, no será posible con una presión tributaria muy baja, que bordea el 13% del PBI; mientras en la región, en promedio, es del 22.4%. Se requiere preservar la estabilidad fiscal elevando la presión tributaria, para lo cual será fundamental aplicar las normas legales contra la evasión y elusión, así como revertir la alta informalidad. En los próximos cinco años el Perú, liderado por el nuevo gobierno, deberá aumentar por lo menos en tres puntos la presión tributaria, y tener un plan sostenible para que en los próximos diez años llegue a la cifra promedio de la región.
Cuarta. Si bien en los últimos años el Perú ha tenido dos motores de crecimiento que han dado buenos resultados, la minería y las agro exportaciones, propone encender tres motores más, en los cuales el Perú tiene amplias ventajas comparativas: el turismo, la industria forestal y la acuicultura. La clave de estas actividades radica en que pueden potenciar también las exportaciones, obteniendo nuevas divisas. Es altamente contradictorio que el Perú ocupe el sexto lugar en el mundo en producción pesquera, pero estemos relegados al lugar 36 en actividad de acuicultura, cuando esa actividad bien podría potenciar la exportación y generar miles de empleos.
Quinta. Se deben seguir impulsando megaproyectos de inversión como los de Majes Siguas II, los cuales son importantes impulsores de crecimiento. Majes Siguas es un proyecto que ya está destrabado y solo faltan algunos detalles que el nuevo gobierno debe abordar para que en el segundo año el proyecto arranque, generando miles de empleo y millones en exportaciones. Hay otros proyectos cuya elaboración ya están en etapa de perfil o factibilidad, como son la Línea 3 del Metro de Lima, el Tren de Cercanías Barranca-Lima-Ica. Lo más difícil, será destrabar los proyectos paralizados por la corrupción, en la cual están involucrados decenas de funcionarios y autoridades peruanas y personajes del mundo privado. El monto total de las obras paralizadas asciende, por lo menos, a S/ 1,500 millones. Es uno de los retos más difíciles que el nuevo gobierno deberá abordar, para lo cual requerirá la colaboración del Congreso, la Contraloría y el Poder Judicial.
Sexta. El MEF dejará listo el proyecto de ley del Presupuesto Público para el año 2022, a fin de que la siguiente gestión de gobierno pueda culminarlo y presentarlo al Congreso de la República en agosto. Este presupuesto, según el ministro Waldo Mendoza, será de un monto similar al del 2021. Esto aparentemente nos indicaría que sería un presupuesto muy austero. Ello se explica porque los gastos que el actual gobierno ha destinado este año a la salud son enormes. Solo en lo que va del 2021, ya se ha destinado a Salud cerca de S/ 7,000 millones adicionales a lo que estaba presupuestado.
Según el ministro de Economía, algo que también es confirmado por otros especialistas, el panorama internacional se le presenta favorable al Perú para iniciar este repunte económico. No solo los precios internacionales de los metales siguen al alza, sino que hay otro factor que explica la rápida recuperación, que se expresa en el contexto externo favorable. Este año el PBI mundial va a crecer en 6%. Por esta razón, los términos de intercambio del Perú, en una economía globalizada, están recuperándose fuertemente por este factor externo adicional.
El optimismo del ministro Mendoza llega a un atrevimiento difícil de creer cuando apela a la comparación de los peruanos con los alemanes. Nos hace recordar que a fines de los ochenta e inicios de los noventa el Perú enfrentó la catástrofe de la hiperinflación y el terrorismo, y que Alemania enfrentó una situación similar después de la Primera Guerra Mundial. En octubre de 1923 el país germano tuvo una hiperinflación y los precios subieron en 30,000 por ciento en un solo mes. A partir de ahí el Banco Central alemán (el Bundesbank), se transformó en elemento estabilizador de la economía y fue clave para el crecimiento posterior. Una cosa similar ocurrió en el Perú desde el inicio de la década de los noventa en el Perú.
Quizás esa atrevida comparación nos lleve a imaginar que en el Perú, después de tener casi 200,000 muertos por la pandemia, otra vez, como ocurrió después del fenómeno del terrorismo y la hiperinflación de inicios de los noventa, demostraremos que podemos salir adelante de las crisis más extremas. Pero todo ello dependerá en gran medida de lo que haga el próximo gobierno, especialmente si el JNE proclama a Pedro Castillo como nuevo presidente del Perú.
Escribe: Neptalí Carpio Soto – El Montonero