Hay angustia, ira frustraciones, hambre, intereses sin bandera, rencores políticos. También hay fe, fuerza, ganas de trabajar por el presente y futuro del país
La COVID-19 no es la dueña del PERÚ menos el odio, ni el gobierno de turno, que, desorientado ensaya fórmulas para salir de la crisis, se equivoca, acierta, queriendo contentar a todos, recibe ataques, aprende de sus errores y sigue batallando contra una pandemia que hace temblar a poderosos países del mundo.
Algunos grupos de poder hacen un botín de la desgracia nacional, otros empresarios no quieren entender el significado de responsabilidad social y reparten migajas. Seguro habrá verdaderos solidarios: serán la minoría, pero hay.
La ayuda social no llega a los más pobres, los bonos son esquivos para los desamparados, la muerte es el mensajero en hospitales descuidados en décadas por anteriores gobiernos que nos legaron un caótico sistema de salud. Cierran empresas, grandes y pequeñas. El gran patrón despide trabajadores sin piedad y más desempleados, suman al caos.
la corrupción impera en un sector del gobierno y medran hasta con la vida y la salud de médicos, enfermeras, policías, militares y civiles. Varios han sido detectados, son investigados y se espera juzgados y sentenciados.
Sin duda estamos en medio de una gran crisis, económica, social, sanitaria y hasta moral. Si a ella le sumamos el desánimo, la maldad, egoísmo, falta de solidaridad, amor al prójimo y respeto por el presente que somos nosotros mismos y el futuro constituidos por los nuevos peruanos, estaremos traicionando a nuestra patria y seremos tan igual que aquellos enemigos que hoy no debemos olvidar para el juicio y castigo de la historia.
Vivo en carne propia la desgracia peruana. Mis trabajos han ido desapareciendo, no me ha tocado bono alguno. Sobrevivía en la emergencia, con pagos pendientes y labores informales y hoy con la gran solidaridad de familiares y amigos. El pago de artículos periodísticos cumplidos con anterioridad, es incierto y hasta improbable. La directiva gubernamental, señala que no puedo aspirar en la cuarentena, a trabajos alguno, por sobrepasar los 65 años, dicen que soy de riesgo y no saben qué hace años: esa es mi condición, que en situación normal he sorteado con creatividad. No me quejo ni lamento, he pasado por otras crisis, menos mortales que la actual y he sobrevivido, criado 2 hijos que hoy veo firmes en su más importante lucha por ellos y mis nietos.
Y voy a seguir dando batalla, todavía tengo fuerzas, ánimos e inteligencia, voy manejando opciones y si hay que reinventarse, será. Cumplo las medidas sanitarias y no será el traidor COVID 19 quien me lleve.
Mi compromiso supera miedos y temores. Antes mis padres hicieron lo propio por mí y hoy, no le puedo fallar al presente y futuro del país.
El PERÚ NECESITA DE TODOS LOS PERUANOS y debemos decir presente. Esta crisis pasará y los nacionales comprometidos de cuerpo, alma vida y corazón ahí estaremos.
Escribe: Guillermo Avendaño Cavero – periodista