“El embajador Colunge […] nos cuenta que la zona [de la frontera] es terriblemente copada por una densa y enmarañada vegetación”.
La situación generada con Colombia, a raíz del mensaje que por redes sociales lanzó el presidente Gustavo Petro el pasado 5 de agosto (“El Gobierno del Perú ha copado un territorio que es de Colombia y ha violado el Protocolo de Río de Janeiro que le puso fin [al conflicto limítrofe]. El tratado de Río de Janeiro estableció que la frontera es la línea más profunda del río Amazonas y que cualquier desavenencia se resolverá entre las partes”, publicó en su cuenta en X) ha traído a la mesa la relectura del tratado Salomón-Lozano de 1922.
En ese tratado, se estableció que el límite estaba constituido por el talweg del río; esto es, por el lecho más profundo. Así, como lo explica en su libro el embajador Jorge Colunge Villacorta (“Los inquilinos del Marqués”; Gráfica Yovera S.A.C.; Lima, 2011), quien fuera director general de Soberanía del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú –sector que comprendía las direcciones de Límites y Fronteras, la Dirección de Asuntos Marítimos, la Dirección de Asuntos Aéreos y del Espacio y la Dirección de Asuntos Antárticos–, ambos países coincidían en la necesidad de incrementar el número de hitos, pues habían detectado a través de observaciones aéreas que se habían producido senderos de trocha próximos a la aparente línea recta terrestre que une los ríos Putumayo y Amazonas, que es uno de los tramos perfectamente identificables de nuestra frontera con Colombia. Tales senderos se sospechaban que eran obra del narcotráfico.
El embajador Colunge, quien participó directamente en la comisión binacional de colocación de mayores hitos en la referida frontera –pues en los años 30 del siglo pasado solo se habían llegado a colocar dos hitos–, nos cuenta que la zona es terriblemente copada por una densa y enmarañada vegetación, llena de pequeños pantanos y su acceso para el ser humano es realmente difícil, al punto que, como resalta, los emisarios peruanos que participaron en la demarcación de la frontera en los años treinta del siglo pasado solo consiguieron llegar a la zona seis meses después de que partieran desde el Callao, llevando desde mulas, arreos y pertrechos, para ingresar a Colombia vía el Canal de Panamá y luego cubrir largos recorridos y navegar por el río Magdalena, para finalmente adentrarse en la espesura amazónica. Las mediciones se realizaban en base a sondas, levantándose un plano demarcatorio muy detallado.
Sin embargo, como explica con nitidez Colunge, quien se adentró durante cinco días en las profundidades amazónicas, inicialmente a través del BAP Stiglich y pequeñas embarcaciones ligeras a motor, para luego caminar por estrechas y tortuosas trochas preparadas por braceros a punta de machete por varios kilómetros, en tal ocasión se examinaron algunos problemas técnicos respecto a la demarcación cartográfica sobre el río Amazonas, pues en los años 20 y 30 del siglo pasado “se pensaba que el talweg de un río no se movía, supuesto que resultó errado y, por lo tanto, la naturaleza jugó una mala pasada a los negociadores del tratado: en la selva amazónica hasta los ríos cambian de curso, lo que no sucedía en el Viejo Continente” (léase el capítulo titulado “De Leticia, limacos y charapas”, de las páginas 296 a 310).
Sirvan estas líneas como reconocimiento a nuestro excelente embajador Colunge, lamentablemente fallecido hace un año y cuyo amor y servicio al Perú sigue presente.
Fuente: El Comercio – Natale Amprimo Plá es abogado constitucionalista.