De golpe, a los que somos mayores de 60 años, nos transformaron en una persona anciana. De golpe comenzaron a tratarnos como si fuéramos una persona limitada, a la que hay que ayudar porque sola no puede o no sabe… y hay que encerrarnos.
De golpe, el mundo se debate entre, si dejarnos encerrados o no; si valemos la pena vivos o no. O mejor dejarnos morir (en lo que se denomina “teoría del descarte”). Los abuelos, por sobre los 65 años son endilgados con el “título” de los de más riesgo.
¿Pero qué les pasa?
¿Quién construyó este mundo en el que ahora viven? ¿Ustedes o nosotros?
¡Déjennos cuidarnos solos! A nosotros, los que hasta hace media hora dirigíamos fábricas, organizaciones, instituciones o éramos profesionales independientes y hasta algunos… médicos de mucha experiencia, nos quieren tratar como que valemos miseria por la edad. ¡Señores, no hemos perdido ni la razón ni el juicio!
No nos cuiden de manera incorrecta.
Consulten con nosotros qué hacer, tenemos sabiduría, experiencia, sentido común, somos los que hemos producido el capital y todo lo que ustedes tienen hoy; y así y todo, tenemos menos miedo que el que ustedes, los más jóvenes, tienen. Y aún más, tenemos valores, moral y sentimos porque tenemos los sentimientos que ustedes no tienen.
De la misma manera que un púber de 13 años no se equipara a un joven de 25, y ambos están en diferentes etapas de la adolescencia; una persona de 65 tampoco se equipara a una de 90, siendo ambas personas mayores en edad.
No se equivoquen, a nuestra edad tenemos mucho para enseñar y ustedes mucho que aprender.
Ser mayor no es una plaga. Ser mayor es un derecho que nos ganamos con trabajo y el respeto de muchas personas ajenas, y aún con más admiración hacia nosotros que a ustedes, los que hoy nos tiran al cesto de la ropa sucia. Y es un legado nuestro, al que ustedes los jóvenes y dirigentes no querrán renunciar.
¡No nos pidan a nosotros que renunciemos! ¡No… no nos vamos hacer a un lado! ¡No somos jeringas descartables!
Somos la generación que los sostiene a ustedes y a los que vienen, sin que les haya costado nada.
Valemos mucho más de lo que ustedes creen. Tenemos un sano orgullo. Y mucho menos nos vamos a morir por el COVID-19.
¡Tenemos bien puestos aquellos, como también nuestro Sistema Inmunológico!
¡Sinvergüenzas!
Escribe: Vigberto Alvarado – periodista