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“Paga, carajo”

“Toledo debe purgar prisión porque califica para ello y ha demostrado ser evasivo, mentiroso y zamarro”.

Alejandro Toledo teme por su vida. Así lo reveló su hermano Pedro. Se refiere a enfermedades y dolencias, incluido un cáncer de varios años.

“Le pido a la justicia peruana que no me mande a la cárcel, déjenme luchar con mis argumentos”, declaró a la agencia Efe, antes de entregarse a la justicia estadounidense.

Toledo, pese a su condición, debe permanecer en prisión preventiva. Ha sido revisado por médicos legistas en Estados Unidos y en el Perú. Tal como Fujimori, padecerá sus enfermedades en cárcel.

Le corresponde la prisión preventiva, por lo pronto, por todos los intentos que hizo, y que haría si pudiera, de evadir la justicia.

Se escapó del Perú cuando se conoció el Caso Lava Jato y Odebrecht. Luego se revelaría la coima de US$ 35 millones.

A Toledo se le acusa de haber inscrito su partido con la ayuda de una “fábrica de firmas”. Cuando ganó en el 2001, se detectó una cuenta bancaria en Estados Unidos a nombre de su sobrino “Coqui” Toledo, en Carolina del Norte.

Muchos le aceptaron el cuento de que escondían los fondos para que el gobierno de Fujimori los detecte. Se suponía que era para “ayudar a la democracia”. Con tal de librarse de Fujimori, muchos defendían a Toledo.

No el antifujimorismo, pero la pasión de los antifujimoristas obnubiló la vigilancia ciudadana.

“Coqui” Toledo se hacía pasar por fotógrafo oficial. “Trabajaba” para el PNUD, con un sueldo de US$ 5.000 al mes. Ese dinero fue pagado por los contribuyentes del Perú. Ni más ni menos como Alberto Fujimori hizo pago a una planilla dorada.

La corrupción de Toledo no se reduce al caso Odebrecht.

César Almeyda, exasesor presidencial de Toledo, estuvo “preso” en una clínica. Se le sentenció por haber recibido un soborno de US$ 2 millones.

En ese entonces se acusó a la cervecera colombiana Bavaria de haber facilitado, por esa vía, la compra de Backus. En CONASEV estaba Almeyda, estratégicamente colocado.

Un testigo involucró al ex presidente Toledo en ese soborno. La imputación no prosperó. Almeyda había sido su asesor, miembro de CONASEV, así como jefe del Consejo Nacional de Inteligencia.

El recluso Toledo tiene cosas parecidas al recluso Fujimori. Otro ejemplo: salir vergonzosamente del país para huir de la justicia. Y, como el recluso Pedro Castillo, también colocaba gente afín en puestos clave para facilitar negocios ilícitos.

Otro expresidente, Martín Vizcarra, que no está en prisión, llamaba, según un testigo clave, a pedir la cuota faltante de un soborno. Había dejado de ser gobernador regional, pero tenía entonces el cargo de ministro de Transportes y Comunicaciones.

Alejandro Toledo hizo lo propio con Jorge Barata, de Odebrecht: “oiga, Barata, paga, carajo”.

Pedro Castillo, según testimonios, recibía coimas junto con el fugado exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas. Los tinglados en el MTC datan, por lo menos, desde el gobierno de Ollanta Humala, otro expresidente procesado.

Toledo debe purgar prisión porque califica para ello y ha demostrado ser evasivo, mentiroso y zamarro. Podría haber enfrentado sus dolencias en libertad si él hubiera enfrentado la justicia hace seis años.

No debe temerle a la muerte ahora, porque está en uno de los lugares más seguros del Perú: la cárcel de Barbadillo.

Fuente: El Comercio – Escribe: Federico Salazar – periodista

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