El pecado ronda el Congreso y la Mesa Directiva se persigna.
Al Congreso se le respeta; por eso, las mujeres no deben usar minifalda, según el código de vestimenta de verano del sacrosanto Poder Legislativo.
Porque, ya sabemos, lo importante es que los trabajadores del recinto proyecten una “buena imagen” y que las mujeres no agiten a los sacrificados beatos que ocupan las curules.
El pecado ronda el Congreso y la Mesa Directiva se persigna.
Sin embargo, una mujer no se convierte en puta por los centímetros que mida su falda, así como un congresista no se vuelve brillante por la cantidad de proyectos de ley que presenta.
Tampoco se adecenta por el número de votantes que lo eligieron.
El contexto en el que se enmarcan las actividades de inicio de año del Poder Legislativo no deja de ser dramático para Eduardo Salhuana, quien se preguntará si su legado como presidente del Congreso será la anécdota de, literalmente, un lío de faldas y una red de mujeres que optan por recibir dinero a cambio de sexo.
Según Salhuana, quizás en negación por el ‘jetlag’ luego de su retorno de China, no pasa nada.
El último viernes, en una entrevista en RPP, dijo que ya nadie hablaba del tema.
El inicio del año parece agarrar a las autoridades adormecidas en el caluroso verano.
El asunto está lejos de aclararse y los intentos de oscurecer la investigación, como lo señala un informe publicado el domingo por el diario “Correo”, son escandalosos.
El presidente del Congreso desearía verse bien librado de la situación, tal y como salió, cuando fue elegido para liderar la Mesa Directiva, de las acusaciones que lo relacionaban con la minería ilegal, una de las actividades que desde todos los ángulos resulta una de las más delictivas (por todos los crímenes que genera) y lucrativas del país.
En esa oportunidad, Eduardo Salhuana logró “blanquearse” ante los empresarios, la opinión pública y los demás políticos debido al pacto tácito de su partido, Alianza para el Progreso (APP), con Palacio de Gobierno.
Pero, como el escándalo puede más que el pecado, este caso –el de la presunta red de prostitución y el negligente accionar de Salhuana– podría convertirse en una censura promovida por bancadas que encuentran la oportunidad perfecta con el ‘timing’ propicio para hacer leña del principal aliado del Gobierno y así emerger en un contexto electoral.
No llega febrero, pero el Congreso ya es un carnaval.
Fuente: El Comercio – Mabel Huertas es Socia de la consultora 50+Uno