“Se necesitan políticas urbanas que generen centralidades equitativamente distribuidas en el territorio”.
El próximo alcalde de Lima debe tener presente lo fundamental del desarrollo de un plan orientado a una megaciudad que celebrará 500 años como capital y cuyo último plan aprobado es el Plan de Desarrollo Metropolitano Lima-Callao 1990-2010. En estos 32 años, la población ha crecido un 50%, llegando actualmente a los 9′674.755 habitantes, según el INEI; y el área citadina se ha multiplicado por cinco, lo que ha originado que su extensión actual sea de 267.230 hectáreas, según la misma entidad, como producto de erradas decisiones políticas, el origen de sus principales problemas.
Lejos de cumplirse con las premisas de los objetivos de desarrollo sostenible para ser una ciudad compacta con vivienda digna y las necesidades básicas cubiertas, se sigue permitiendo la extensión descontrolada de la urbanización residencial de baja densidad y falta de equipamiento, que deriva en la dependencia del transporte motorizado.
Esto causa que uno de los principales problemas –que necesita una inminente solución– sea el de la movilidad urbana. Es imperativo solucionar el transporte masivo reimpulsando la construcción de metros subterráneos que ayuden a descongestionar la superficie y redimensionando los corredores complementarios dotándolos de la cantidad necesaria de buses para un servicio más eficiente, que cubra la demanda y reduzca los costos y tiempos de desplazamiento (que incluye los tiempos en la cola, el viaje y las posibles conexiones). Esto debe anexar los buses alimentadores, buscando cubrir de manera integral el territorio.
El problema de la movilidad no solo implica infraestructura, gestión y vehículos, también se debe solucionar la informalidad, que contribuye en gran medida a la congestión vehicular al producir mayor contaminación y peor calidad de vida. Es necesario regular el transporte público que se da en líneas de buses, de combis y mototaxis; urge una regulación y un empadronamiento que establezca el número necesario por ruta, para tener clara la cantidad de vehículos que realizan dicha actividad. Al exceso de vehículos que causa congestión, contaminación e inseguridad, se suma el incumplimiento de las normas de dimensiones para circular por la vía pública o para recibir pasajeros cómodamente sentados. Por otro lado, los buses interprovinciales y el transporte de mercancías se agregan al problema de la congestión, pues la autopista Panamericana no funciona como tal, sino como una vía principal más en la ciudad.
Una manera de reducir los tiempos de desplazamiento es acortar las distancias para ir a trabajar, a estudiar, a poder curarse, a recrearse, a comprar alimentos… Se necesitan políticas urbanas que generen centralidades equitativamente distribuidas en el territorio, donde se puedan realizar dichas actividades, e impulsar la movilidad activa, sumando políticas urbanas –como “la ciudad de los 15 minutos”, aplicada por la alcaldesa de París– y escuchando a expertos como el arquitecto Carlos Moreno.
Es oportuno recordar que algunos grandes logros de los alcaldes de Lima se debieron a iniciativas que tuvieron más de creatividad, gestión, persistencia y buena voluntad que de presupuesto.
Fuente: El Comercio – Madeleine García