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El chicharrón y la calle

“Si hemos convertido al pan con chicharrón en nuestra nueva selección peruana, ¿por qué no exigir con la misma fiebre un país que sí nos represente? “.

En los últimos días, nuestro país viene siendo tendencia. Como “una locura” nos califica el influencer español Ibai Llanos, y no es para menos porque, con más de 8 millones de votos, nuestro pan con chicharrón pelea ahora mismo en la semifinal del mundial de desayunos.

Me conmueve, aplaudo, ‘clickeo’ y reposteo toda publicación e iniciativa en esta campaña masiva para que el pan con chicharrón se corone campeón. Porque si algo debo decir es que esta es una muestra de que nos sobra capacidad para organizarnos por algo que realmente nos mueve, que en este caso es la gastronomía.

Buscamos un paréntesis al caos y, por supuesto, cosas que nos despierten la ilusión, que nos unan y nos revivan el orgullo de ser peruanos; la esperanza básicamente. Y esto es totalmente válido, sobre todo estos últimos días en los que la presidenta y compañía se juegan su propio mundial, el del descaro. No juega sola, por supuesto. Ella necesita contención al 2026 a cualquier precio, y para ello trajo de regreso, una vez más, a Juan José Santiváñez, censurado y con doce investigaciones fiscales, esta vez al Ministerio de Justicia. Y para no dejar vacante el puesto que antes creó para tener a Santiváñez cerca en Palacio de Gobierno, puso en su lugar a otro con puesto creado: Freddy Hinojosa.

Para completar sus fichajes, hace unos días volvió, ahora como asesor de la Alta Dirección de la PCM, Julio Demartini, quien dejó el cargo de ministro de Desarrollo e Inclusión Social cuestionado por el indigno programa Qali Warma.

Con esto quiero decirles que ese mundial también nos necesita. Hace rato que nuestras autoridades juegan sin árbitro, porque entiendo claramente que hemos llegado a un nivel de hartazgo en el que ya no nos inmutamos y en el que queremos desentendernos de la angustia que ese partido nos causa; pero quiero demostrarles lo contrario, por si no lo notaron.

Me rehúso a creer que los clics y likes son nuestras únicas herramientas para dimensionar lo que tenemos en común. Indiscutiblemente porque nuestra capacidad de indignación nos necesita.

¿Acaso no somos capaces de traspasar las redes y encontrarnos también en la calle? No es un escenario ajeno y, además, nos ha demostrado que unidos también logramos cosas.

Volvamos a eso, sobre todo en este escenario preelectoral con un gobierno altamente desaprobado y en el que el oportunismo abunda y las narrativas también. La de los héroes de barro, sobre todo. Mientras escribo, la Tercera Sala Penal Nacional de la Corte Superior emitió un fallo que ordena la inmediata excarcelación del expresidente Martín Vizcarra, y no duden de que saldrá como víctima, haciéndose el mártir de la democracia. Democracia a la que también le falló.

Todo lo que he descrito a lo largo de este texto apunta también al poder de las redes sociales, por eso apelo a la responsabilidad que hoy tienen los influencers creando contenido que nos movilice.

Si hemos convertido al pan con chicharrón en nuestra nueva selección peruana, ¿por qué no exigir con la misma fiebre un país que sí nos represente?

Fuente: El Comercio – Claudia Chiroque es periodista y abogada.

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