El 20 de julio de 2018 Pedro Gonzalo Chávarry juramentó como Fiscal de la Nación. Previamente las ONG, digamos ‘caviares’: Transparencia, IDL, Proética, hicieron una intensa campaña mediática para que este magistrado no asumiera el cargo, pese a que fue un acuerdo de la Junta de Fiscales Supremos.
Días antes de que Chávarry entrara en funciones, el IDL soltó audios de “Los Cuellos Blancos” relativos a la corrupción judicial. La prensa se ensañó con él. Lo embarraron vinculándolo con esa mafia. Los fiscales Pablo Sánchez y Zoraida Ávalos se prestaron a este juego sucio y bien fraguado, aunque votaron por Chávarry para el más alto cargo.
Pero el crimen y la maldad no necesariamente triunfan. Hoy el caso Cuellos Blancos es humo puro. Pablo Sánchez lo tiene encarpetado, lleno de telarañas. Es tan delicuescente que la parcializada Junta Nacional de Justicia (JNJ) no lo tomó en cuenta para destituir a Chávarry injustamente. Sus audiencias fueron una caricatura del derecho.
El ex Fiscal de la Nación acudió recientemente al Parlamento por una acusación constitucional. El Congreso disuelto por el golpe de Estado de Vizcarra archivó dicha denuncia. El Parlamento conducido por Manuel Merino tuvo a 10 “niños” de Acción Popular que relanzaron, ilegalmente, la acusación archivada, la misma que se ha visto hace tres días. Pero no lograron inhabilitarlo ¡por 10 años! como pretendían la izquierda ‘caviar’, los ‘niños’, los oficialistas y otros congresistas de alquiler.
Al día de hoy se observa claramente que continúan las redes de corrupción y malas artes que enlodaron a Chávarry. Nadie le ha probado que participó del deslacrado de la oficina de la ex asistente del coordinador parlamentario, Rosa Venegas. Es más, ella admite que lo hizo sola (qué más prueba). No hay ni un solo testigo que lo vincule Entonces, lo acusaron constitucionalmente por un hecho que no cometió. Es un asunto político.
Chávarry tramitó lo que su antecesor Pablo Sánchez fondeó: las 47 investigaciones fiscales que el ‘Lagarto’ Vizcarra tenía en Moquegua y la de Chinchero. Es conocido que Vizcarra es un ser vengativo, lo ha demostrado. El caso Chávarry es emblemático también porque quiso investigar la mega corrupción de Odebrecht, pero los medios asociados al Club de la Construcción lo demolieron. Al juego se prestaron dos parcializados fiscales, Vela y el desequilibrado Pérez, que ahora no tienen ni un solo condenado por ese robo. Se le limpió la cara a “todes”. El Perú quedó saqueado, campeando la impunidad.
Pablo Sánchez abrió investigación contra Pedro Castillo. Era su obligación reparar la ominosa omisión de Zoraida Ávalos. ¿Por qué ahora actúa tan objetivamente? Unos sostienen que está haciendo campaña a favor de un expresidente interino, limpiándole la cancha. Siempre habrá una razón oscura en la actuación de Sánchez. Lo cierto es que pronto dejará de ser Fiscal de la Nación. Vendrá alguno(a) vinculado con IDL y los ‘caviares’.
Hay una foto ilustrativa de los fiscales Vela y Benavides (recién ascendida), reunidos con un abogado vinculado a una constructora que maneja medios. Da escalofríos.
Dejar pasar la investigación del mandatario sería un delito de lesa humanidad. Los audios de Zamir Villaverde, desacreditado al inicio por cierta prensa, hoy son reveladores. El apoyo a los fiscales y a los colaboradores eficaces no puede politizarse. Debemos salir de esta infame corrupción.
Fuente: Expreso – Mariella Balbi periodista