“Las negociaciones por la Mesa Directiva del Congreso no culminaron el 26 de julio. El cambio de timón en comisiones claves es una muestra irrefutable de que hubo un intenso tira y afloja que no ha terminado”.
A una semana de la elección de la Mesa Directiva, ya se empiezan a ver en el Congreso los primeros resultados de las negociaciones que se habrían producido para generar esta –hasta ahora– inexplicable unión entre las bancadas de Fuerza Popular y la otrora oficialista de Perú Libre.
Con la distribución de las presidencias en las comisiones de trabajo del Parlamento se han dilucidado algunas de las interrogantes que más de uno se hizo cuando vio como candidato a una de las vicepresidencias de la Mesa Directiva a Waldemar Cerrón.
Parece que el asunto se zanjó con las comisiones de Constitución y Fiscalización. Es decir, para los naranjas, no era un tema negociable “soltar” la presidencia de Constitución y cederla a Perú Libre y su agenda de una asamblea constituyente, por lo que prefirió desprenderse de la Comisión de Fiscalización, que por dos años consecutivos presidió con éxito Héctor Ventura.
¿Será que a estas alturas es más importante para Perú Libre ponerle la puntería al Ejecutivo o es que pretende alcanzar su soñada asamblea constituyente valiéndose de otros recursos? Lo cierto es que un grupo radical cuyo fundador tiene una sentencia firme por corrupción no es garantía de nada al momento de manejar un grupo de trabajo tan importante como Fiscalización.
Pero esto no es lo único llamativo al momento de la distribución de las comisiones ordinarias en el Legislativo. ¿Cómo se explica que el grupo parlamentario Bloque Magisterial tenga a su cargo la Comisión de Trabajo? Es decir, un grupo de radicales, simpatizantes del Movadef y fundadores de la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (FENATE Perú) tendrá la responsabilidad de legislar sobre asuntos laborales.
Y ni qué decir de la Comisión de Educación, que cae en manos de la bancada de Perú Bicentenario, la misma de Guido Bellido. Sin embargo, ante la renuncia de uno de los integrantes del grupo, este dejaría de ser bancada, dado que el número mínimo para esta figura es de cinco miembros y, con la última dimisión, quedarían solo cuatro.
¿Y cuál será el futuro de la Comisión de Ética Parlamentaria? Esta recaerá en la bancada Unidad y Diálogo. Por lo pronto, el congresista Esdras Medina ha adelantado que él la presidirá y asegura que no habrá blindajes. Ver para creer. Al parecer, su primer gran reto estaría en el caso del presidente del Parlamento, Alejandro Soto, que ha afirmado que está dispuesto a someterse a esta instancia luego de haberse revelado que tiene varias investigaciones fiscales y que incluso contrató en su despacho a su cuñada.
Otra de las sorpresas en el reparto de los grupos de trabajo parlamentario es que la Comisión de Relaciones Exteriores cae en manos de Fuerza Popular. Según la tradición parlamentaria, el saliente presidente del Congreso es quien asume la presidencia de ese grupo, por lo que se esperaría que José Williams quedase al frente, tal y como ocurrió con María del Carmen Alva en la Legislatura pasada.
Como se ve, las negociaciones por la Mesa Directiva del Congreso no culminaron el 26 de julio. El cambio de timón en comisiones claves es una muestra irrefutable de que hubo un intenso tira y afloja que no ha terminado, sino que recién comienza.
Fuente: El Comercio – Diana Seminario