Una mujer perteneciente a la secta cristiana Shincheonji que puede haber sido el foco de contagio de coronavirus para casi 1.000 personas en Corea de Sur, según estimaciones del Servicio de Salud coreano (KHS).
Esta mujer, que continuó haciendo vida normal y asistiendo a eventos pese a que presentaba ya síntomas de coronavirus y fiebre alta, es el enlace que uniría los dos mayores focos del estallido de la epidemia en el país asiático: un grupo religioso y un hospital en la ciudad de Daegu (sur). Ambos focos de contagio suponen algo más del 80% de los más de 8.200 infectados en Corea del Sur.
Es decir: esta mujer «supercontagiadora» multiplicó exponencialmente el alcance del Covid-19 en Corea del Sur, uno de los países por el momento más castigados por la enfermedad, solo por detrás de China, Italia e Irán.
Durante casi dos meses desde que el coronavirus estalló en China, Corea del Sur consiguió mantener el número de contagiados muy bajo, pese a su cercanía con China. El virus se confirmó por primera vez en el país el 20 de enero, en una mujer que voló desde Wuhan al aeropuerto internacional de Incheon (Seúl). En las cuatro semanas posteriores, Corea del Sur logró evitar la expansión del brote con solo 30 personas contrayendo el virus. Entonces llegó la ‘paciente 31’.
Según la reconstrucción de los pasos de la ‘paciente 31’, entre el 6 y el 16 de febrero la mujer asistió a dos servicios religiosos de la secta Shincheonji, con más de mil fieles cada uno, asistió a una boda, comió en un bufete de un hotel con amigos, un funeral y visitó varios hospitales en Daegu tras verse involucrada en un accidente de tráfico menor. Durante todo este tiempo, la mujer ya presentaba síntomas acordes con el coronavirus, como fiebre alta, y sabía, por recomendaciones de los doctores, que podía tener Covid-19.
Se negó a ser analizada
Tras la primera visita a la clínica tras el accidente de tráfico, los médicos insistieron en que se hiciera la prueba de diagnóstico del coronavirus. Ella se negó repetidamente. Así, no fue diagnosticada hasta casi 10 días después, cuando regresó al hospital y finalmente se hizo la prueba. Se convertía así en la ‘paciente 31’ de coronavirus en las estadísticas del gobierno surcoreano. Sin embargo, ella no era un caso más y lo peor estaba por llegar. Su amplia actividad multiplicó por 30 la expansión del coronavirus en apenas ocho días
Desde el descubrimiento del paciente número 31, el número de casos de Covid-19 en Corea del Sur aumentó de 30 a 977 en ocho días. Y casi todos los casos nuevos pueden rastrearse hasta esa secta a la que pertenecía la paciente número 31. Incluso, aunque al principio los epidemiológicos surcoreanos no entendían cómo, al segundo clúster de la enfermedad, en un hospital cercano a la ciudad de Daegu, en Cheongdo.
Los infectados del hospital de Cheongdo, muchos del ala psiquiátrica, tardaron en ser diagnosticados por su aparente falta de historial de viaje con China y porque la mayoría estaban internos. El origen del brote ha sido finalmente detectado: seguidores de la misma secta Shincheonji, a la que la paciente 31 ya había asistido a dos servicios religiosos en Daegu, asistieron a un funeral en el hospital del 31 de enero al 2 de febrero.
Esta conexión implicaría que la paciente 31 está vinculada con ambos focos de contagios, que suponen el 80% de los contagios totales del país. No queda claro sin embargo que la paciente 31 fuera la primera cultista en ser contagiada. Shincheonji tiene 19 iglesias en China, incluso en Wuhan.
Idiosincrasia cultista
Detrás de esa expansión de la enfermedad en Corea del Sur está precisamente la idiosincrasia propia de la secta Shincheonji, un grupo religioso para el que la enfermedad está relacionada con el pecado y que insta a sus feligreses a asistir a las multitudinarias celebraciones religiosas pese a cualquier dolencia. El sufrimiento en la enfermedad es alentado y se insta a prolongarlo sin intentar curaciones médicas.
La propia secta tuvo que pedir disculpas en Corea del Sur por su participación en la expansión del virus, no sólo por sus cultos multitudinarios y su rechazo a ser diagnosticados, sino por su secretismo en la pertenencia a la iglesia Shincheonji, lo que ha hecho más difícil rastrear la progresión del virus en Corea del Sur.
Fuente: Confidencial