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El discurso de Vizcarra en tiempos recios

Pese a las deficiencias del Estado y el sistema de salud, el presidente Martín Vizcarra busca disipar en cada conferencia de prensa el principal síntoma de una crisis: la incertidumbre. Sus mensajes televisivos y su conexión con la población, según los expertos, reflejan que su mayor fortaleza es comunicar en momentos tensos.

El último miércoles, desde Palacio, el presidente Martín Vizcarra invocó por enésima vez a la ciudadanía a quedarse en casa. “¡No podemos bajar la guardia!”, exclamó. En estos días de cuarentena, sus conferencias televisivas son casi a diario. Escucharlo –desde un televisor, radio o celular– es un ritual para millones de peruanos, pasado el mediodía.

Vizcarra, acompañado de sus ministros, reporta las cifras de infectados por coronavirus, los fallecidos, las medidas adoptadas por el Ejecutivo. Intenta disipar el pánico de la pandemia. La propagación del coronavirus destapó que nuestro sistema de salud tiene más falencias que las conocidas. Pero también ha demostrado que, pese a las limitaciones del Estado, el presidente no evade turbulencias. Más bien, las afronta.

El director del Grupo Fides Perú, Jeffrey Radzinsky, sostiene que el principal síntoma de una crisis, como la pandemia, es la incertidumbre: “Es importante reducirla. No sabemos cuánta gente va a perder el trabajo, cuánto va durar la cuarentena. El presidente lo aclara en cada conferencia, con anuncios puntuales, respondiendo, además, preguntas de la prensa”, explicó a nuestra fuente.

El 6 de marzo, el jefe del Estado reveló el primer caso de COVID–19 en nuestro país. Su gesto fue criticado. Los opositores a su gestión alegaron que ese anuncio le competía exclusivamente a la entonces ministra de Salud, Elizabeth Hinostroza. Para Radzinsky, sin embargo, era necesario que el mandatario se encargue de tal anuncio. En política, el discurso debe sustentarse en acciones públicas. “Las acciones que inicialmente tomó Vizcarra asumiendo el protagonismo fueron un acierto”, acotó. La actitud del presidente de reportar la primera víctima del virus evidenció, según el analista político, que “ya se había medido que la pandemia iba ser de gran magnitud”. El tiempo le dio la razón.

Diez días después, en un nuevo mensaje televisado, Vizcarra declaró el estado de emergencia: aislamiento social y cierre de fronteras. Luego, para reforzar el confinamiento y evitar el desborde de casos, ordenó toque de queda. Según el analista político Eduardo Ballón, fue la semana más tensa del mandatario luego de la disolución del Congreso. Independiente de la preocupación generada por la propagación de contagiados, para el 22 de marzo una encuesta urbano–rural de Ipsos Perú reportó que el 87% de la población apoyaba la medida. Ese respaldo, enfatizó Ballón, radica en que el presidente toma decisiones guiadas por su pragmatismo, antes que, por su ideología, anteponiendo a la ciudadanía por encima de las cifras económicas.

El psicoanalista Jorge Bruce, por su parte, califica la comunicación del presidente con la siguiente frase: “Es un buen capitán durante la tormenta –y vaya que estamos en una–, pero no tanto cuando el mar se calma”. En momentos de tranquilidad, que han sido pocos en estos dos últimos años, según Bruce, Vizcarra demostró ser un hombre de perfil bajo. “En cambio la crisis lo obliga a tener un perfil alto. No tiene un gran gobierno, tiene ministros discretos. Pero logra transmitir tranquilidad a la población”, diagnosticó.

Riesgos del protagonismo

Los especialistas consultados para este informe coinciden en que cuesta, en esta circunstancia, imaginar Palacio sin el exgobernador de Moquegua al mando. La figura de Vizcarra Cornejo ha sido, durante este periodo, y más aún con la pandemia, la columna vertebral del Gobierno. Y no solo por lo que representa su cargo, sino por la capacidad de dar la cara.

Bruce, no obstante, advierte que, si bien el baluarte del presidente es la comunicación, la monopolización del protagonismo lo expone a que nos demos cuenta de que no existe otra figura política en el Ejecutivo con la misma capacidad de convocatoria. Según Ballón: faltan cuadros más visibles en el gabinete ministerial que refuercen la sintonía e influencia del presidente en la población.

El investigador principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), Ricardo Cuenca, recuerda que en Palacio “una vocería única es buena, pero se podría ir desgastando”. Cuenca destaca que después del presidente, hasta el momento, las figuras más visibles han sido el ministro de Salud, Víctor Zamora; y la ministra de Economía, María Antonieta Alva. Ambos son los más elocuentes después de Vizcarra. Aunque no sabemos si eso basta. Según Ballón, falta que la presencia del premier Vicente Zeballos sea más notoria.

Retrospectiva

Para el historiador y docente en la PUCP y la Universidad de Lima Daniel Parodi, el jefe del Estado, en menos de tres años, ha afrontado situaciones difíciles como las que tuvo el Gobierno de Andrés Avelino Cáceres y la dictadura de Alberto Fujimori. “Avelino Cáceres reconstruyó el país entre 1885 y 1889, y ejecutó el contrato Grace para superar la deuda externa. Incluso, para consolidar sus reformas, cerró el Congreso”, puntualizó. Con Fujimori, en cambio, reconoce Parodi, había terrorismo y crisis económica. Pero las medidas partieron del populismo. “Hizo la reforma neoliberal, pero eso no quita que su régimen sea considerado uno de los más corruptos”, aclaró.

A excepción de Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció al cargo, Vizcarra ha pasado por más turbulencias que sus antecesores de este milenio: los audios de la corrupción, impulsar el referéndum, conflicto en Las Bambas, reforma política, adelanto de elecciones, tres cuestiones de confianza, confrontar y disolver el Congreso, y, actualmente, la pandemia.

Ninguno de los gobiernos anteriores mejoró el sistema de salud teniendo bonanza económica. Las consecuencias se reflejan en este “Año de la Universalización de la Salud”. La elocuencia del presidente no acabará con el coronavirus, sentencia Ballón, pero es una invocación al bien común. Y eso es un avance.

Reacciones

Daniel Parodi – Historiador

“Martín Vizcarra no proviene del círculo de Lima, de la tradicional clase política, de los poderes fácticos. Cuando estalla el escándalo de Los Cuellos Blancos, decidió enfrentarse al status quo”.

Jeffrey Radzinsky – Analista Político

“En épocas de crisis, la comunicación política es en sí misma una política pública. Las acciones que tomó el presidente Vizcarra, asumiendo el protagonismo desde el primer contagio, fueron un acierto”.

Jorge Bruce – Psicoanalista

“El presidente Martín Vizcarra es un buen capitán durante la tormenta, pero no tanto cuando el mar está en calma. Pero en esta crisis está demostrando su liderazgo”.

Parodi: “Con Vizcarra, el Perú está entrando al siglo XXI y deja el pantanoso siglo XX”.

El historiador Daniel Parodi explica que la gestión de Vizcarra está marcando una importante transición histórica. “Nosotros diferenciamos los siglos cronológicos y los históricos. ¿Cuándo comienza el siglo XX en el Perú? Con Leguía. ¿Y qué presidente introduce al Perú en el siglo XXI? Martín Vizcarra”, sostuvo.

Pese a las limitaciones del Ejecutivo, Parodi considera que cuando Vizcarra deje el cargo el 2021, dejará un “Estado más conectado”.

Para el historiador, producto de la pandemia, el Estado, por primera vez en la historia de este país, está funcionando como un aparato de alcance nacional. Y ante los cuestionamientos a las medidas económicas, refutó que “los interlocutores del neoliberalismo se han quedado en la primera etapa de las leyes, facilidades e impuestos para el libre comercio. Pero no saben que en el manual figura que, después de sentar esas bases, queda mejorar los servicios del Estado. El sector salud y seguridad están logrando esta vez actuar coordinadamente”.

Parodi apunta que los presidentes anteriores a Vizcarra están vinculados al esquema de corrupción de Odebrecht, “que crearon un status oscuro para aprovecharse de la bonanza económica”. “Así se manejó el Perú siempre desde un esquema limeño, en lugar de tener una burguesía potente al servicio de la población”.

Fuente: La República – Diego Quispe

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