“No podemos permitir que la señora Boluarte amenace en forma velada a la prensa”.
La presidenta Dina Boluarte se muestra intolerante. En una persona, la intolerancia es un defecto; en un funcionario, una desgracia para el país.
La jefa del Estado considera que el programa “Cuarto poder” comete delito de difamación. Ha reclamado que “Cuarto poder” y América Televisión “muestren las pruebas sobre la difamación que están programáticamente hablando sobre mi hermano (sic)”.
No exige que se investigue a fondo, ni pide que su hermano responda. En vez de eso, Boluarte acusa de un delito a los periodistas de la casa televisora y del programa periodístico.
Acusar de un delito es el paso previo para denunciar ante instancia judicial. El programa “Cuarto poder” mostró testimonios, documentos, fue a buscar a algunos de los implicados, que se negaron a responder.
Lo que corresponde es que Nicanor Boluarte responda ante la prensa. La prensa, por otro lado, no es parte del sistema de justicia. No tiene la obligación que tiene un juez de inhibirse de opinar sobre un caso hasta emitir su sentencia.
La corrupción en nuestro país ha podido investigarse, en muchos casos, gracias a la prensa. A esta se le puede exigir profesionalismo: buscar los documentos, presentar las opiniones divergentes, preguntar por la versión de los investigados.
Todo eso hizo “Cuarto poder” en el caso sobre el hermano de la presidente Dina Boluarte. Pero la jefa de todo el Estado Peruano quiere decirnos que eso es difamación. No tolera que se hable de su hermano.
“Dejen de difamar a mi hermano, que él no está participando en ninguna organización de ningún partido”. Nicanor Boluarte no es un funcionario bajo la tutela de la presidente. Es adulto y está en sus plenas capacidades mentales. Él mismo debe responder ante lo que pueda considerar equivocado o mal sustentado.
No podemos permitir que la señora Boluarte amenace en forma velada a la prensa. No debemos permitir que la intolerancia se instale al más alto nivel del mandato otorgado por la ciudadanía y la Constitución.
No se trata de un momento de ofuscación. Cuando estuvo en Nueva York, Dina Boluarte fue abordada por Angélica Valdés, de Canal N. Ella le preguntó sobre la declaratoria de emergencia, que Boluarte acababa de anunciar.
“Estamos en un evento internacional, le voy a agradecer que los temas del Perú los vamos a tratar en el Perú” (sic). Pero el anuncio lo había hecho en Estados Unidos, le reclamó Angélica. “Está usted un poco agresiva con su pregunta, señora periodista. Le voy a agradecer”, fue la respuesta.
De setiembre del año pasado a enero de este año no ha cambiado el talante de la mandataria. Es un talante intolerante. Deben ser reflejos que le quedan de cuando era socia de Pedro Castillo y compañía.
Pedro Castillo, Aníbal Torres y otros agredían y provocaban agredir a la prensa. En el caso de ellos, sabemos que querían evitar las denuncias de los malos manejos e incluso de eventuales actos criminales. Ese gobierno y sus ataques a la prensa apuntaban al fin de la democracia.
Dina Boluarte fue acompañante silenciosa de ese gobierno. Ella puede decir que es distinta, pero en lo que se refiere a su actitud hacia la prensa, no es tan diferente.
Es ese talante intolerante el que debe terminar.
Fuente: El Comercio – Federico Salazar periodista