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Por los caminos del Señor

Hola… No podríamos iniciar esta conversación sin enviar un fuertísimo abrazo y con la misma intensidad una bendición a todos los padres en este domingo, en el cual desde lo más profundo de nuestros corazones surge para el abrazo y para la bendición un potentísimo “GRACIAS”.

La vida, y cuento un poquito mi experiencia personal, me ha llevado en estos casi 70 años a pasar por experiencias maravillosas, por lugares increíbles y lo más importante el poder conocer a personas que me han enriquecido infinitamente. Sin embargo, hay dos personas en mi vida irrepetibles e irremplazables, una es mi madre y la otra es mi padre. Esta no es una teoría para las multitudes, es simplemente mi experiencia, que al menos en los últimos 45 años como sacerdote agustino, me ha llevado a constatar que un numerosísimo grupo de experiencias de personas califican la relación con sus padres como una relación insustituible e irrepetible.

Es nuestro papá quien nos regaló la vida, así de simple y así de maravilloso. Alguna vez mi padre me lo dijo, ambos desde hace casi 60 años vivimos la experiencia de la lejanía física, desde los 10 años en mi caso en un seminario, continuando con los estudios teológicos universitarios y los últimos 45 años él en España y yo en Perú. Sin embargo, una vez me dio una lección de vida: “Mira hijo, cuando extiendas tu brazo y antes de llegar a tu mano, en la muñeca verás tus venas y en ellas la sangre que fluye, tu madre y yo te hemos dado esa sangre, te hemos dado la vida”. Ellos, y solo ellos, son quienes nos han dado la vida. Es verdad que desde la experiencia de fe la vida la da y la quita Dios, pero esta viene a través de ellos y solo de ellos dos.

En el mes de junio, vale decir este mes, celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, y comenzó con este texto de la Biblia, en el cual Jesús en la Cruz antes de morir y en sus últimas palabras dijo: “Todo está cumplido” y entregó su Espíritu. Un soldado viendo que Jesús había muerto, con una lanza le abrió el costado y de ahí salió sangre y agua, y dice el Evangelista Juan: Yo estaba ahí y doy testimonio de ello.

Para un judío la sangre es la vida y para mí también. Reitero mi felicitación por el Día del Padre a todos los papás, abuelos y bisabuelos.

“En tu trabajo eres uno más, en tu hogar eres único”

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

Fuente: Expreso – Padre Pablo Larrán García

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