“El Congreso de la República no debe dar más autorizaciones de viaje a la presidenta Dina Boluarte hasta que dé una explicación”.
El ataque terrorista de Hamas y la respuesta de Israel dejaron varados a más de 130 peruanos en este país. La reacción del Estado Peruano para el socorro de los compatriotas ha sido lenta y ha revelado deficiencias severas en nuestra capacidad de respuesta.
El avión presidencial salió a Europa con la presidenta Dina Boluarte. Mientras a ella le rendían honores a su llegada a Berlín, peruanos desesperados trataban de escapar de Israel.
Finalmente, el avión trasladó a Boluarte a Roma, después de lo cual recién se dispuso su traslado a Tel Aviv. La nave tiene alcance limitado. Tuvo que regresar a Roma.
El envío del avión debió ser inmediato. Las tareas que cumplía Boluarte en Alemania y Roma fueron protocolares. No hay de por medio ninguna visita de Estado para acordar tratados o convenios.
En Stuttgart, la presidenta del Perú se reunió con el alcalde de la ciudad. En Berlín, la jefa del Estado se reunió con el presidente federal.
En Alemania, el de presidente es el cargo de más alto rango protocolar, pero es el canciller federal el que tiene el más alto cargo ejecutivo.
La reunión de Boluarte en Berlín tenía, pues, una función meramente simbólica. No es con el presidente de Alemania con el que hay que hablar. Para motivar acciones del Gobierno Alemán que favorezcan al Perú se debe hablar con el canciller.
La cancillería por supuesto sabe esto. A pesar de ello, la presidenta quiso viajar.
El llamado “avión presidencial” no partió en rescate de nuestros compatriotas apenas conocidos los ataques con misiles.
El Congreso aprobó el viaje de Dina Boluarte en la medida en que esta, supuestamente, podía despachar desde el avión. No parece haberse dado esa condición.
El Gobierno tendrá que explicar por qué demoró tanto la decisión sobre el rescate. Sobre todo, por qué demoró tanto mientras Boluarte cumplía visitas de escasa importancia.
México, Chile, Ecuador, Colombia y Argentina ya habían recogido evacuados cuando nuestro avión ni siquiera había llegado a Roma. El Boeing 737 que usa la presidencia tiene capacidad para poco más de 50 pasajeros.
Dice el Gobierno que trasladó a todos los que estaban en lista. Eran 42 compatriotas. Lo que no dice es que se redujo la lista de rescatados.
Ante la demora del avión, más de 100 peruanos tuvieron que salir de territorio israelí por su propia cuenta. Salieron por tierra a donde pudieron. Buscaron conexiones y vuelos que les permitieran retornar al Perú.
El Congreso de la República no debe dar más autorizaciones de viaje a la presidenta Dina Boluarte hasta que dé una explicación.
Ante la crisis en Israel, ¿tuvo conocimiento la jefa del Estado? El ataque terrorista se produjo el sábado 7 de octubre. ¿Por qué Boluarte recién dispuso planes de rescate el jueves 12? ¿Por qué hizo el anuncio recién luego de aterrizar en Stuttgart?
Se requiere una respuesta del Ejecutivo. El Gobierno no puede quedarse sin mando durante las horas de vuelo. ¿Cómo gobernar en medio de los “caleteos” (paradas intermedias)? El desactualizado Boeing 737-528 de la FAP debe servir antes a una emergencia que a un propósito protocolar.
Dina Boluarte no debe volver a viajar, al menos, hasta que dé una explicación cabal.
Fuente: El Comercio – Federico Salazar periodista