“A la Mesa Directiva le sobran críticas y le falta sentido común”.
Una fiesta organizada por personajes políticos, invitados con prontuario e investigaciones abiertas y una pelea que a tiros acaba con una persona muerta identificada como Christian Enrique Tirado por herida de bala en el tórax; la historia en horas giró a tal punto de que el presunto asesino, Abel Valdivia, habría fugado a Colombia y lo habría logrado con la distracción que la detención preliminar de su hermano, Pedro Valdivia, supuso.
“Me han querido acuchillar, me he alejado de los hechos, yo no he visto el disparo, estaba en shock y he venido directamente aquí”, dijo Pedro Valdivia en sus primeras declaraciones a la policía sabiendo, a confesión de parte de su propio abogado, el señor Edwar Álvarez, que el que disparó fue su hermano Abel Valdivia.
¿Acaso jugaron en pared los hermanos Valdivia? Sus antecedentes podrían darnos otra lectura. Vicky Zamora, jefa de la Unidad de Investigación de América, accedió en exclusiva a la constancia de registro de uso de armas de fuego de Abel Valdivia y se encontró con que este sujeto tiene dos pistolas: una Glock y una Beretta. Prófugo y en proceso de ser capturado internacionalmente, se pierde la oportunidad de realizar una diligencia importante que es la prueba de absorción atómica que, si no es realizada dentro de las cuatro primeras horas, pierde eficiencia. Sin embargo, hay testimonios y videos que confirmarían su implicancia; por eso, es sumamente importante que la policía hile fino, sobre todo cuando existen varias señales suspicaces, por decir lo menos.
Estamos sin duda frente a un caso policial, pero vayamos más allá con una pregunta válida a la luz de sus personajes y hechos: ¿Retrata esta fiesta una dinámica mafiosa politiquera? ¿Mafia metida en política o viceversa? Más allá del vínculo sentimental, no aclarado por el señor Paul García ni la congresista Rosselli Amuruz, hay todo un círculo al que pareciera que el interés se le desborda por las conexiones que los acerquen a los botines estatales. El círculo Valdivia bien lo sabe, Aionia así lo demuestra.
La congresista Amuruz acompaña una Mesa Directiva a la que le sobran cuestionamientos y le falta sentido común, ya la Comisión de Ética anuncia que no se la blindará de abrirse una investigación, pero para su presidente y compañero de bancada, el señor Diego Bazán, se trataría de un “tema privado” y habría que analizar las causales, un análisis sin mucha expectativa porque en la antesala esta misma comisión archivó dos denuncias graves contra el presidente del Congreso, Alejandro Soto.
Hay varias preguntas obvias que no han sido respondidas hasta hoy por sus protagonistas y, tratándose lamentablemente de un caso político-policial, todo silencio termina volviéndose cómplice. Por eso, es importante que lo que se ve sí se pregunte…
Fuente: El Comercio – Claudia Chiroque periodista