“Estamos a tiempo de revertir esta situación; para ello, necesitamos que nuestros políticos asuman el rol que la historia les demanda”.
Las ciudades son sistemas complejos e integrales. Cada acción que generamos en ellas impacta de maneras diversas en nuestras vidas. Cosas simples como arreglar una calle o sembrar un árbol podrían tener implicancias inimaginables si no se hacen de manera coordinada y contemplando dicha complejidad. Esto, que puede sonarnos lógico, no es una práctica habitual en nuestro país, en donde las municipalidades y las empresas actúan sin dialogar y coordinar entre sí, generando enormes perjuicios a los ciudadanos y al Estado. El caso más frecuente es la reiterada rotura de una calle, pero hay otros que pueden ser mucho más graves.
A finales del año pasado se hizo pública una noticia que sigue generando sorpresa e indignación: la estación “Aeropuerto” de la línea 2 del metro de Lima no estará conectada con la nueva terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, y a la fecha no se ha planteado ninguna solución integral para que los millones de peruanos (65 %) y extranjeros (35 %) que usan el aeropuerto puedan tener un servicio de transporte público masivo, seguro y eficiente. En paralelo, se viene promoviendo la construcción de una vía expresa exclusiva para vehículos particulares sobre la avenida Santa Rosa en el Callao (VEXSR), que conectará la Costa Verde con la nueva terminal. Autoridades y agrupaciones de los distritos afectados se han opuesto, debido a que los miles de vehículos que transitarán diariamente generarán ruido y contaminación, afectando la salud y la calidad de vida de los vecinos.
Estos problemas se habrían evitado si ambos proyectos se hubieran desarrollado bajo el enfoque integral de la planificación urbana, analizando las mejores soluciones para resolver la adecuada conexión del aeropuerto con la metrópoli. Asimismo, se podría haber aprovechado la oportunidad que presenta esta millonaria inversión para promover una adecuada transformación de los usos del suelo de los distritos involucrados, donde existen valiosísimos predios que necesitan cambios de zonificación para mejorar su aprovechamiento. Para darnos una idea del enorme potencial que estamos desperdiciando: si se reurbaniza de manera adecuada la zona industrial del Cercado de Lima y el Callao, se podría generar una oferta de vivienda equivalente a la demanda formal de los últimos 10 años, con nuevos parques, zonas comerciales, colegios, hospitales y otros servicios. Dicha población sería equivalente a la de los distritos de Surco y San Borja.
Las entidades responsables de liderar estos procesos son las municipalidades de Lima (MML) y el Callao (MPC), quienes vienen cumpliendo un rol bastante secundario en la dirección del desarrollo urbano de la metrópoli, en parte por sus propias limitaciones institucionales y presupuestales, pero, sobre todo, por la falta de visión y liderazgo de sus autoridades. A ello debemos sumarle el hecho de que el transporte público de personas, un componente esencial de la planificación, está en manos de la Autoridad de Transporte Urbano de Lima y el Callao (ATU), y que el Gobierno Central suele imponer sus proyectos por encima de las competencias municipales, como es el caso de la VEXSR. Con este panorama es fácil comprender por qué algo tan absurdo como lo de la estación “Aeropuerto” puede suceder.
Si bien la realidad es compleja, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) podría asumir la conducción de ciertos proyectos estratégicos asociados a las inversiones que promueve, dado que es la entidad que viene teniendo la mayor incidencia en el desarrollo urbano de la metrópoli. En ese sentido, la elaboración del Plan de Movilidad Urbana para Lima y el Callao se presenta como una oportunidad para conectar el desarrollo urbano con la planificación del transporte, partiendo del Plan Metropolitano de Lima al 2040, y orientando la finalización de los Planes Urbanos de las Áreas Interdistritales.
Estamos a tiempo de revertir esta situación; para ello, necesitamos que nuestros políticos asuman el rol que la historia les demanda. El adecuado liderazgo del MTC podría llevarnos a pensar que más que una ATU necesitamos una Autoridad Metropolitana de Planificación Urbana con autonomía, recursos y capacidad de acción. El tiempo lo dirá.
Fuente: El Comercio – Aldo Facho Dede