Columnistas Noticias

Corrupción en Programas de Alimentación Escolar: Cambiar de Nombre No Cambia la Realidad

El programa Qali Warma, que durante años ha sido la esperanza alimentaria de millones de niños peruanos, se ha convertido en el ejemplo perfecto de cómo un programa social puede ser asfixiado por la corrupción y la negligencia. La reciente decisión del gobierno de cambiar su nombre a Wasi Mikuna parece más una jugada de marketing político que una solución real. Porque, claro, ¿qué mejor manera de resolver problemas estructurales que maquillarlos con un nombre nuevo?

El Caso de Qali Warma: Más denuncias que soluciones

Con un presupuesto anual superior a los S/2,000 millones, Qali Warma ha sido objeto de múltiples denuncias: carne de caballo en lugar de res, avena avinagrada, alimentos con larvas y hasta conservas con materia fecal. Sí, materia fecal. Las irregularidades son tan grotescas que parece un mal chiste, pero son la cruda realidad que viven miles de escolares en Perú.

En lugar de enfrentar estos problemas de raíz, el ministro de Desarrollo e Inclusión Social, Julio Demartini, ha optado por la estrategia más fácil (y menos efectiva): cambiar el nombre del programa a Wasi Mikuna. ¿La justificación? “Reformular el sistema”. Pero cuando los mismos operadores y prácticas corruptas permanecen, la única reforma visible es en la papelería oficial. Es como cambiarle el nombre a un vehículo que no arranca y pretender que mágicamente funcione.

Corrupción y ceguera política

Mientras los niños enfrentan el riesgo de intoxicación alimentaria, el Ministerio Público tiene abiertas 15 investigaciones por corrupción contra Qali Warma. Los responsables de estas atrocidades no solo distribuyen alimentos en mal estado, sino que también desvían recursos públicos destinados a las comunidades más vulnerables del país. Y, como era de esperarse, el ministro Demartini, vinculado políticamente a la presidenta Dina Boluarte, no ha movido un dedo para denunciar a los responsables. Más bien, parece estar ocupado protegiendo su posición, mientras el programa se hunde en la ineficacia y el descrédito.

No olvidemos que la presidenta Boluarte también arrastra denuncias relacionadas con este programa cuando fue ministra de Desarrollo e Inclusión Social. Pero, en lugar de respuestas y sanciones, lo único que hemos visto es una alianza política que cubre a Demartini y a otros involucrados en esta red de irregularidades.

Un Problema Regional: No Solo en Perú

El caso de Qali Warma no es un hecho aislado. En Colombia, el Programa de Alimentación Escolar (PAE) enfrenta acusaciones similares, con 49 funcionarios vinculados a investigaciones por desvío de recursos. México, por su parte, tiene el escandaloso caso de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), donde el desfalco millonario llevó a la detención de altos funcionarios. La diferencia es que, en estos países, las sanciones han sido más visibles, con inhabilitaciones y arrestos. En Perú, en cambio, seguimos esperando que alguien en el gobierno tome en serio la magnitud del problema.

¿Y el Nuevo “Wasi Mikuna”?

Cambiar el nombre de Qali Warma no resolverá nada. La corrupción no desaparece con un cambio de logo, ni los alimentos mejoran mágicamente con una nueva denominación. Si las mismas prácticas y operadores siguen en el sistema, Wasi Mikuna será solo una nueva fachada para el mismo problema.

El gobierno parece más preocupado en evitar el escándalo mediático que en tomar medidas reales. Pero los peruanos no podemos conformarnos con medidas cosméticas. Necesitamos un cambio estructural: auditorías independientes, sanciones ejemplares para los corruptos y la implementación de modelos exitosos, como los de Brasil, donde se prioriza la compra local y la participación comunitaria.

Los Niños No Pueden Esperar

El derecho a la alimentación de nuestros niños no es negociable. Mientras el gobierno juega a “cambiar nombres”, millones de escolares están expuestos a alimentos en mal estado, y los responsables siguen en sus cargos, intocables. Es hora de que el Estado deje de ser cómplice por omisión y actúe con la firmeza que esta crisis demanda.

El Perú no necesita más cambios de nombre. Necesitamos un gobierno que entienda que detrás de cada denuncia hay un niño afectado, una familia indignada y una sociedad cansada de tanta indiferencia. ¿Hasta cuándo seguiremos tolerando esta burla?

Escribe: PdR

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *