Cada año más de 150 mil jóvenes están en riesgo de no completar su formación profesional.
La educación superior, universitaria o técnica, es crucial para el desarrollo de los ciudadanos de un país y su economía, y es fundamental para garantizar que las nuevas generaciones tengan las habilidades y conocimientos necesarios para enfrentar los desafíos del futuro.
Sin embargo, muchos jóvenes caen en la deserción universitaria, principalmente, por problemas económicos familiares que les dificultan proseguir con sus estudios.
Por esta razón, es preocupante que cada año unos 150 mil jóvenes que iniciaron estudios en universidades privadas del Perú los abandonen porque no pueden pagar sus pensiones, lo cual fue más visible a partir de la pandemia de la Covid-19.
“El nivel de deserción universitaria postpandemia está entre el 4 % y 6 % en las universidades privadas del Perú. En el 60 % de los casos, el motivo de esas deserciones es económico”, sostiene Eduardo Rubio, gerente general de Global Education First (GEF), empresa que promueve un sistema sostenible de créditos educativos y que a la fecha ya ha financiado a casi 1000 jóvenes universitarios.
El ejecutivo afirma que cuando se habla de educación, si bien el capital físico es necesario (infraestructura, conectividad), el factor más importante es el capital humano (formación educativa).
“El único capital que no puede perder un estudiante es su potencial y su talento académico”, sostiene el gerente general del GEF.
Capital humano: motor del crecimiento
En febrero de este año, Norbert Schady, economista en jefe de Desarrollo Humano del Banco Mundial, aseguró que: “Si no se remedia la disminución del capital humano entre las personas de los países en desarrollo, podría llevar a reducciones de entre el 10 % y 20 % de sus ingresos a lo largo de la vida”.
El ejecutivo de GEF señala que el ingreso de una persona que solo tiene educación básica es, en promedio, la tercera parte de alguien con estudios universitarios completos.
“Esto genera grandes desventajas. La educación superior de calidad es uno de los vehículos que mayor movilidad social y económica generan”, agrega.
Créditos educativos universitarios
Los créditos educativos universitarios que otorga GEF son una alternativa que evita que se rompa la cadena de pagos del estudiante durante su formación profesional al sufrir algún problema económico súbito, como pérdida del trabajo, enfermedad o atención de otras necesidades.
“Las tasas de interés del GEF son más cómodas que las de los bancos. Mientras estudian los beneficiarios solo pagan la denominada “cuota estudiante”, que es un porcentaje reducido de la pensión que pagaban a la universidad. Al terminar su carrera tienen cinco años para terminar de pagar su crédito universitario”, afirma Rubio.
Durante sus estudios, GEF también brinda a los alumnos acompañamiento socioemocional, asesoría para el desarrollo de habilidades blandas y técnicas, y seguimiento académico personalizado. Luego de graduados, el acompañamiento continúa para el fortalecimiento de su perfil de empleabilidad.
Según el Ministerio de Educación, la tasa de deserción acumulada en la educación superior universitaria pasó de 19.3 % en 2019 a 23.2 % en 2021. Un incremento explicable por el covid-19, pero que indica que muchos de los estudiantes requieren un plus de confianza de parte del sector financiero para poder continuar sus estudios en entidades privadas.
Fuera de juego
Solo el 30 % de la población de 25 y más años en nuestro país llegó a tener educación superior completa el 2021 (INEI).