“Dina Boluarte asumió el cargo de manera constitucional. Es sumamente lamentable que ahora quiera quebrar el carácter constitucional de su mandato”.
La presidenta Dina Boluarte quiere salir del Gobierno. Eso al menos parece. A eso la llevaría su insistencia en viajar sin un remplazo constitucional.
El Congreso ha aprobado, en primera votación, permitirle gobernar en forma remota cuando esté de viaje. El Parlamento, sin embargo, no es la Constitución y, como en este caso, a veces no la respeta.
La ley en ciernes contempla la posibilidad de ejercer el cargo de presidente de forma remota, en caso de viaje. “Por razones diplomáticas”, han dicho.
Según la Carta, la Presidencia vaca por “salir [el presidente] del territorio nacional sin permiso del Congreso o no regresar a él dentro del plazo fijado” (artículo 113, 4).
En este caso la vacancia se da de manera automática, no es necesario ir a ningún proceso de vacancia por incapacidad moral permanente.
La pregunta es, ¿puede el Congreso autorizar la salida del presidente cuando no hay quien se haga cargo del Gobierno?
Las autorizaciones del Congreso suponen que el vicepresidente asume el despacho presidencial.
“Cuando el presidente de la República sale del territorio nacional, el primer vicepresidente se encarga del despacho. En su defecto, lo hace el segundo vicepresidente” (artículo 115, segundo párrafo).
En caso de “impedimento temporal o permanente” se recurre a la sucesión constitucional: primer vicepresidente, segundo vicepresidente y, finalmente, presidente del Congreso.
La Constitución no incluye, en el caso del viaje, el remplazo por el presidente del Congreso. El segundo párrafo agrega esta salvedad.
No puede encargarse de la Presidencia de la República el primer ministro ni el presidente del Congreso. El primero no tiene origen electoral y el segundo ocupa un puesto en otro poder del Estado.
Dina Boluarte asumió el cargo de manera constitucional. Es sumamente lamentable que ahora quiera quebrar el carácter constitucional de su mandato.
La delicada situación del país exige un gobierno sin ninguna traza, ninguna, de ilegitimidad.
El expresidente Pedro Castillo fue vacado porque quebró la Constitución. Iba de segundo vicepresidente Vladimir Cerrón, pero fue condenado por corrupción. La sentencia que viene cumpliendo es por negociación incompatible y aprovechamiento ilícito del cargo.
Boluarte asumió el gobierno entre un golpista y un sentenciado por corrupción.
El desafío no era fácil. Dina Boluarte hasta ahora ha sobrevivido a las protestas, a la pandemia, al Yaku y al fenómeno de El Niño. No es poco, pero ahora no se da por satisfecha: quiere salir de viaje.
No hay argumento que deba predominar sobre la Constitución y sus recaudos con respecto al mandato y al gobierno. Hay una necesidad de lucha diplomática en el exterior, es cierto, pero eso no justifica salirse del cauce constitucional.
Los congresistas y los ministros pueden ejercer sus cargos de manera virtual. No lo han hecho, sin embargo, desde fuera del territorio nacional.
El Ejecutivo aduce que hay una ofensiva internacional contra el Perú. Quieren responder con un despliegue diplomático. Es esa defensa del Perú, sin embargo, la que tendrá que hacerse de forma virtual, no el ejercicio de la presidencia.
Cuando el presidente viaja, asume su despacho un remplazo ordenado por la Carta Magna. No hay remplazo; por lo tanto, la presidenta no debe viajar. No debe hacerlo, a no ser que quiera salirse no solo del país, sino también de su responsabilidad constitucional.
Fuente: El Comercio – Federico Salazar periodista