Según informó el Servicio Electoral al 98.7% de mesas contabilizadas
A sus 35 años, la edad mínima para postular a la Presidencia de Chile, Boric se convierte en el presidente más joven en la historia del país, al imponerse al candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast.
Boric, diputado y antiguo líder estudiantil que se define como ecologista, feminista y regionalista, quiere ampliar el papel del Estado hacia un modelo de bienestar parecido al de Europa.
Boric, para quien «el país saca lo mejor de sí cuando estamos unidos», dirigirá una nación que redacta en una Convención Constituyente su nueva Constitución, emanada de las protestas sociales de octubre de 2019.
También tendrá que lidiar con la crisis económica derivada de las restricciones sanitarias por la pandemia del coronavirus.
Nutrirse de experiencia de exmandatarios
Aunque dice que le «queda mucho por aprender», asegura que quiere nutrirse de la «experiencia» de exmandatarios que criticó cuando era dirigente estudiantil y diputado, entre ellos los socialistas Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010; 2014-2018). Ambos le dieron un espaldarazo sin fisuras en las últimas semanas.
Boric no teme cambiar de rumbo. Durante los casi siete meses de campaña modificó su discurso de chico rebelde que lideró las protestas estudiantiles de 2011 exigiendo «educación pública, gratuita y de calidad», al de un socialdemócrata.
«Yo diría que su honestidad y transparencia, su apertura al diálogo, son dos de las mayores virtudes de Gabriel, y eso en un próximo presidente para Chile es crucial», resaltó su hermano Simón Boric, periodista de 33 años, en declaraciones a la AFP.
Su transformación política va de la mano de un cambio de apariencia.
Queda poco del joven barbudo y despeinado que lideró la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y que en 2014, cuando tenía 27 años, asumió un primer mandato de diputado. Hoy viste de chaqueta y camisa, con el pelo más corto, la barba ordenada y lentes.
Garantizar derechos
Boric nació en la austral ciudad de Punta Arenas, 3.000 km al sur de Santiago, en el seno de una familia de clase media de bisabuelos croatas y catalanes. Es el mayor de tres hermanos y emigró a Santiago para estudiar derecho en la Universidad de Chile, pero aún no se ha titulado.
En la campaña del balotaje pidió que «la esperanza le gane al miedo» frente a las críticas recibidas que lo tildan de «extremo» por su alianza con los comunistas.
Lector ávido, dice que le relaja la poesía y la historia.
Soltero y sin hijos, está en pareja hace casi tres años con la cientista política Irina Karamanos.
Sus detractores le reprochan su falta de experiencia para liderar un gobierno y sus posturas más extremas del pasado, por las cuales ha pedido perdón o ha declarado que fueron un error.
«Nuestra generación irrumpe en política el 2011 despercudiéndose un poco de los miedos que había generado la dictadura y los pactos de la transición», dijo en una entrevista con AFP antes de la primera vuelta.
Aludió así a la Concertación, coalición de centro-izquierda que desde 1990 gobernó buena parte de los 31 años de democracia, y que hoy yace desintegrada y desprestigiada como reflejo de la gran crisis de confianza institucional, pero que en segunda vuelta se cuadró detrás de su figura.
Ha dicho que, como presidente, quiere «asegurar un estado de bienestar para que todos tengan los mismos derechos, sin importar cuánta plata tienen en la billetera».
«Si Chile fue la cuna del neoliberalismo en Latinoamérica, también será su tumba», expresó en su proclamación como candidato.
Fuente: Andina