Como Guayaquil venció al COVID-19
A inicios de abril, Ecuador figuraba como uno de los países con mayor mortalidad en el mundo por causa del Covid-19. Guayaquil, su mayor ciudad, era la más golpeada por la pandemia: morían alrededor de 500 personas por día. Un despacho del New York Times en español del 23 de abril describía así una situación que estremeció al mundo:
“Ecuador ha sido devastado por el coronavirus: queda claro con los cuerpos abandonados en las aceras, desplomados en las sillas de ruedas, puestos en ataúdes de cartón y apilados por centenas en las morgues”.
En efecto, durante la primera quincena de ese mes, las muertes se multiplicaron ocho veces por encima de lo habitual. Bastaba ver las imágenes de los hospitales desabastecidos de medicinas para tratar la pandemia, colapsados por la cantidad de ciudadanos desesperados en busca de atención, los muertos regados en las calles.
La imagen era la de una impotencia desoladora del gobierno y la sociedad diezmada por el imperio de la peste.
Pero un mes después, la situación había cambiado drásticamente. El 10 de mayo, por primera vez no se registró ningún fallecido por Covid-19 en Guayaquil. Y en los últimos 10 días, el promedio ha sido apenas de un fallecido diario.
En pocas semanas, un contraataque fulgurante de la sociedad organizada venció a una de las más encarnizadas devastaciones de la pandemia en el mundo y convirtió a Guayaquil en un espectacular caso de éxito, pleno de enseñanzas para Latinoamérica y, en especial, para sus aglomerados espacios urbanos.
¿Cómo y de qué manera se logró reducir tanto la mortalidad en tan corto tiempo? ¿Cuáles fueron las medidas prácticas que llevaron a cabo un resultado de esa magnitud?
IDL-Reporteros entrevistó a la persona que todas las fuentes señalan como líder de ese esfuerzo: Jaime Nebot.
Nebot ha sido alcalde de Guayaquil durante 19 años –entre 2000 y 2019– y es la figura más destacada de un muy igualitario Comité Especial de Emergencia por coronavirus en Guayaquil, un grupo integrado por miembros de la sociedad civil, médicos, salubristas, agricultores, profesionales de diversas especialidades y empresarios de distintas industrias, que ha dirigido y ejecutado las estrategias decisivas para revertir la crisis.
“Lo que decidimos fue prevenir y curar para evitar la muerte”, dijo Nebot a IDL-R en una entrevista vía zoom, desde su casa en Samborondón, en la provincia de Guayas.
Aquí la reveladora entrevista.
¿Cómo se gestó el Comité Especial de Emergencia por coronavirus en Guayaquil?
Este virus mortal cayó sobre Guayaquil y tuvo efectos devastadores. Aquí llegamos a tener el día 6 de abril, si mal no recuerdo, 460 muertos en un día, en una ciudad de 2 millones 800 mil habitantes. En estas cosas hay que tener mucha calma, mucha serenidad. Se sale adelante si se hace lo debido. Aquí la sorpresa causó una no coordinación entre gobierno local, el gobierno nacional y la población, que es básica. Entonces surgió la idea, y no es la primera vez que lo hacemos, que un grupo de miembros de la sociedad de todo tipo, profesionales en varias materias, médicos, salubristas, asesores jurídicos, gente auditora, la industria farmacéutica, la industria en general, comerciantes, agricultores, ganaderos, exportadores, la parte portuaria y personas que de una u otra manera estamos vinculadas al quehacer cívico de la ciudad formemos el Comité.
Lo primero que tuvimos que hacer es escoger qué queríamos hacer aparte de la coordinación. Y lo que decidimos fue prevenir y curar para evitar la muerte. ¿Por qué le digo esto? Porque hay mucha gente que empieza, por ejemplo, o centra sus expectativas en la adquisición de respiradores. No digo que no sean necesarios, lo son.
Otros se orientaron a la compra de pruebas. Nosotros dijimos: no podemos hacer todos lo mismo. Decidimos centrar el Comité en medicina curativa, en abastecimiento para la gente que por guardar la cuarentena no puede trabajar y vivir de su sustento, en llevar comida directamente a ciertos sitios con igual finalidad.
Esa fue básicamente nuestra actitud central, porque si usted, por ejemplo, compra respiradores, se dice que más de la mitad de las personas son asintomáticas, o sea, están enfermas y contagian, pero no tienen ningún síntoma. Que aproximadamente un 35 por ciento son personas que tienen síntomas de leves a tolerables. El resto tiene síntomas de severos a graves, y solo el 5 por ciento, dicen, va al respirador. Y del respirador más o menos la mitad sale y la otra mitad lamentablemente fallece.
Entonces, nosotros por cantidad y por calidad de vida, preventiva y curativa, apuntamos a prevenir, curar y evitar la muerte. Y evitarle a la población una disyuntiva. Porque en esto quiero ser claro: la cuarentena es indispensable a nuestro juicio. El permanecer en casa con severas restricciones y con algunas excepciones, por supuesto, para que la ciudad funcione. Pero usted no puede poner a la gente en la disyuntiva de morir de coronavirus o morir de hambre. Porque hay muchísima gente que no es asalariada ni en el sector público ni en el sector privado.
Hay gente que vive de su diario quehacer y si usted no vende, pues no cobra. Y si no tiene clientes, su negocio no se mueve, entonces usted no tiene ingresos. Esa fue la filosofía central.
¿Qué hicimos respecto de eso? Importamos de inmediato medicinas, hidroxicloroquina y azitromicina básicamente. Colufase [el antiparasitario de amplio espectro], que es algo que se usa, había en el mercado. En lo otro prácticamente enfrentamos una economía de guerra. Pero logramos traer más de 50 mil tratamientos. Y entonces lo primero que hicimos con los tratamientos fue entregarlos gratuitamente, primero para abastecer a todos los hospitales y a todas las clínicas públicas y privadas, que estaban autorizadas para tratar Covid. Porque no había medicina. Eso como un procedimiento. Había que identificar al sujeto que estaba aislado con nombre, apellido, cédula, y con la receta médica o con la dosis pertinente del hospital o de la clínica.
Nosotros entregamos la medicina. De esa manera, copamos los hospitales y las clínicas para los enfermos aislados. El segundo paso fue dar lo que en inglés se dice el refill [dosis adicionales de medicina para continuar el tratamiento]. Siempre hay que mantener los hospitales con medicina.
El tercer paso fue atender las consultas externas. A medida que nuestros médicos fueron cogiendo experiencia, fueron atendiendo en consulta externa, mandando a los pacientes a su casa, pero con tratamiento bajo vigilancia. También nosotros llegamos a ese sector.
Entiendo que se concentraron en la prevención y el tratamiento temprano. En una estrategia de atención primaria para evitar que los pacientes desarrollen cuadros moderados o severos.
Exactamente. Entre otras cosas porque logísticamente usted mantiene más desocupados los hospitales, los equipos y las camas. Un grave problema es la congestión de enfermos graves al mismo tiempo, copando y formando un desastre por falta de equipos y de camas en atención de la salud en hospitales y clínicas.
(…) Aquí [la hidroxicloroquina] nos ha funcionado. Esa es la verdad. Ahora, los médicos italianos dijeron: cometimos un error, empezamos a dar esta medicina cuando la gente estaba grave y lo que había que hacer es al revés, darla cuando la gente empieza el tratamiento.
No es oficial lo que le estoy diciendo todavía, pero hay una tendencia en los médicos locales a pensar que una pastilla [de hidroxicloroquina] a la semana se puede tomar preventivamente y es bueno. Esto no está decidido, pero sí la atención temprana. Por supuesto que sí. Y no a base de una sola medicina como la hidroxicloroquina, sino a base [también] de azitromicina y colufase. Hay una mezcla que es la que ha dado resultados, por decirlo de alguna manera.
¿Cómo gestionaron la compra de medicamentos y manejaron la logística en el contexto de una competencia descarnada entre naciones por la compra de medicinas cada vez más escasas?
Hay que reconocer que la empresa privada tiene una ventaja sobre cualquier Estado y es la agilidad. Usted trabaja a base de honestidad, de eficiencia y de solidaridad, pero también de rapidez si se tiene el dinero. Llegamos a conseguir medicina muy barata. Yo diría que nuestro costo promedio de tratamiento, incluyendo hidroxicloroquina y azitromicina, está en menos de 20 dólares. Pudimos comprar parte fabricado y luego se nos ocurrió comprar materia prima e importarla en fletes, en aviones chárter, y hacer la fabricación en el Ecuador. Eso nos dio un buen resultado y así pudimos capear el tema de la medicina, especialmente en la hidroxicloroquina. Lo demás fue más fácil.
En el comité hay gente experta: farmacéuticos que producen medicinas, grandes importadoras que comercializan medicina, gente que sabe de comercio exterior, abogados. Y entre toda esa gente, pues unimos nuestras conexiones, nuestra velocidad para tener cotizaciones de todas partes, ver lo más barato, lo más rápido y la mejor forma de transportar. Realmente así se hizo. No fue fácil. Hubo ciertas negociaciones que se cayeron porque alguien llegó más rápido o no nos respetaron las condiciones, pero se adquirió barato y rápido.
¿Cuáles fueron las dificultades que enfrentaron y dónde compraron las medicinas?
Si usted hace conexiones y equipo con gente que sabe buscar en el mundo, que sabe importar, que sabe de salud, que sabe hacer logística de distribución y tiene la plata y no tiene la traba que desgraciadamente existe en el sector público, el tema es mucho más rápido. En el sector privado usted tiene que responder a su conciencia, su ética, a saber, negociar, a comprar con el precio más barato, de buena calidad. Ahora, era difícil por lo que usted misma decía, había países que no vendían, otros que vendían, pero había que asegurarse bien porque era difícil que cumplan.
Compramos las medicinas en Colombia, Panamá, Paraguay y la China. La máxima importación, que me parece que fueron 32 mil 800 tratamientos, no la hicimos con medicina ya fabricada, sino adquiriendo la materia prima necesaria para mezclarla y producirla acá en los laboratorios que tenemos en Ecuador. Otra parte fue importada como medicina ya terminada, como la hidroxicloroquina bajo varias marcas, como Plaquinol de 200 miligramos.
[…] La presencia de la Cruz Roja nos ayudó mucho, facilitó la importación y la desaduanización. Y obviamente en el Comité hay personas que toda su vida han trabajado en eso. Cuando se hace equipo y cada cual hace lo que sabe y lo que debe, se ahorra mucho tiempo.
¿Cuánto han gastado hasta ahora en medicinas?
A usted le va a sorprender. Eso es lo más barato de todo, porque primero importamos 5 mil tratamientos. La segunda fue de 6 mil. La tercera fue de 2 mil y la cuarta fue de 32 mil 800. Multiplique todo eso por 20 dólares, más gastos de avión, de desaduanización, de distribución. Pero el problema no era la cantidad de dinero. El problema era que no existía la medicina adecuada. (…) Los hospitales no tenían medicinas, las clínicas tampoco. Se empezaron a abastecer con nuestra primera importación.
En las últimas semanas otros medicamentos como la ivermectina parecen haber dado resultados. ¿Ustedes han añadido la ivermectina u otro fármaco a la lista de medicamentos que están comprando desde el Comité para tratar el Covid-19?
Evidentemente la columna ha sido la hidroxicloroquina. Usted sabe del problema que hubo con la OMS, pero luego ha reculado. Han dado de baja las críticas. Nosotros nos guiamos bajo dos parámetros. El primer parámetro es el de la eficiencia. Si eso es lo que inicialmente se dijo que funcionaba y en efecto funcionó, y hay que ser claro, es una medicina que no se la ha descubierto hoy día. La FDA la probó primero como una medicina general que los médicos podían recetar para este tratamiento. Luego la aprobó ya para el tratamiento con un régimen de emergencia. Pero esa medicina la toma la gente que tiene lupus y artritis. Yo conozco personas que tienen 85 años, y tienen 20 años tomando la medicina, por supuesto que en la dosis adecuada para su edad y su enfermedad. Luego hemos seguido los estudios de España, Italia y Francia. Y a las finales el gran crítico que era la Organización Mundial de la Salud ha reculado y ha borrado de sus expedientes la crítica, cosa que me parece muy extraña. Pero en todo caso, así ha sucedido.
No hemos conocido un caso de una denuncia de muerte o de ataque cardiaco atribuido al uso de esa medicina. Y ha funcionado.
¿Las personas también son tratadas con hidroxicloroquina en sus casas?
Siempre previa evaluación en físico en una clínica u hospital del Estado, autorizados para tratar el Covid. Pero ahí se le evalúa, se le receta y sigue el tratamiento en su casa. [La hidroxicloroquina] sí sería la medicina central, pero no es la única. Hay azitromicina, colufase. Algunas otras personas la han combinado con Tamiflu en un momento determinado.
Nosotros tenemos un protocolo. El protocolo es que no se despacha la medicina si no llega la receta del médico especialista de un hospital o de una clínica pública o privada autorizada a tratar coronavirus, que debe ser muy clara con la dosis, el certificado del paciente aceptando tomarla y del nombre, apellido y cédula para evitar duplicaciones. Y de esa manera también controlamos que la medicina no se desperdicie, no se mal use y no se venda, porque nosotros la entregamos para que llegue gratuitamente aún en las clínicas privadas y hospitales.
Además de comprar medicinas, también han comprado equipos de protección para aquellos que están en la primera línea de batalla frente al Covid-19. ¿Los hospitales y clínicas también estaban desabastecidos?
Bueno, dicen que había, pero yo creo que era insuficiente porque nos han pedido mucho en la Policía, Ejército, hospitales, clínicas, fiscales, mercados. (…) Nos dedicamos a la importación de equipos de protección: lentes, mascarillas, trajes, cubre zapatos, guantes. Pero nos enfocamos fundamentalmente en el equipo que combatía la plaga en la primera línea: médicos, enfermeras, paramédicos, recolectores de desechos sólidos, gente que abastecía los mercados, trabajadores portuarios, transportistas públicos.
Porque si esa gente caía, disminuía, se asustaba, dejaba de trabajar. Hubiera sido terrible porque la ciudad se hubiera paralizado. Eso hubiera agravado la crisis económica enormemente. Entonces trajimos un promedio de entre 120,000 y 170,000 equipos de protección para entregarlos, sin perjuicio de que los entregamos también a la gente. No hubo tanto problema en la adquisición de ese tipo de equipo de protección que hasta donde conozco vinieron en alguna cantidad de China.
También abastecimos de comida a las tiendas. Eso ayudó a la inmovilización, porque facilitó la salida de un miembro [de la familia] nada más a comprar a la tienda al frente a su casa, a una cuadra, a tres cuadras. Y además la tienda bien abastecida resuelve, en parte, el problema del financiamiento porque el tendero muchas veces le fía al comprador y así se evita que el comprador recorra grandes distancias para ir a supermercados, donde no compra normalmente la gente pobre. (…) Eso lo hicimos con la empresa privada. La Cervecería Nacional con un grupo de empresas aliadas armó una logística para abastecer, no gratuitamente, para que exista volumen de alimentos para ser comprado. El abastecimiento evita la especulación de precios. Iniciaron con 4,700 tiendas de atención en la ciudad de Guayaquil y paralelamente logramos donaciones de agricultores, básicamente banano (…). Nos donaron 150,000 raciones que se repartieron en los barrios populares coordinando con el gobierno local y nacional que hacían algo parecido, para que no se dé el caso de que una persona reciba doble o triple y que otros no reciban nada.
Los logros
Ahora, ¿qué hemos logrado en conjunto, trabajando como ciudad, después de que tuvimos días muy graves aquí? Le pongo un ejemplo. Abril 6: 460 fallecidos sobre lo normal. Lo normal son menos de 40. El día 10 de mayo, un mes y cuatro días después logramos por primera vez cero víctimas Covid. Guayaquil fue reconocida como una de las ciudades que más drásticamente tumbó la curva, en el menor tiempo. Guayaquil lo hizo realmente rápido. A partir de ahí empezamos a tener varios ceros. Hace pocos días tuvimos por primera vez una semana con cero muertos Covid.
Yo creo que ha sido fundamental tomar la decisión de pasar del rojo al amarillo haciendo las cosas bien. Porque se puede pasar al verde también. El problema es en base a qué lo hace y qué pasa cuando lo hace.
Aquí seguimos un procedimiento que, si usted lo piensa, no tiene nada de novedoso, pero fue una aplicación feliz. Cuando usted hace una encuesta política, qué hace. Toma una circunscripción de terreno. Miraflores, en Lima, o Lima entera. Hace una muestra ponderada y aleatoria y luego hecho eso y seleccionado a la gente de esa manera usted le pregunta por quién vota. Aquí no se le pregunta por quién vota, aquí se le entrega una prueba rápida al encuestado y a través de ese resultado usted sabe qué cantidad de gente sana tiene y qué cantidad de contagiados tiene. Y lo medimos cada 15 días.
Como vimos que los parámetros eran los convenientes y cuando digo vimos, realmente vio la autoridad, la alcaldesa actual de Guayaquil, que el número de muertos se mantenía bajando y bajo control, se pasó a la primera etapa de amarillo. Pero se pasó con restricciones. La gente, por ejemplo, de edad vulnerable, está prohibida de salir. Quien no es necesario en la calle, no sale.
Se empezó por todo lo que es comercio y entrega a domicilio de comida, medicinas, ropa, electrodomésticos. Si usted envía esto con personas perfectamente equipadas y protegidas que, a su vez, lo han recibido de quienes lo preparan totalmente protegidos con mascarillas, distancia social, trajes, higiene corporal y los recibe en casa una persona totalmente protegida con el mismo sistema usted prácticamente no tiene riesgo. Y poco a poco se han ido abriendo las actividades. Estamos todavía en amarillo.
Han pasado 17 días. Suponíamos que, a mayor apertura, mayor contagio, mayor enfermedad y algo más de muerte, pero no ha sucedido hasta el momento. No descartamos que pueda haber una pequeña elevación, pero de ninguna manera esperamos que sea una cosa drástica por todo lo que le he contado.
La ciudad tiene camas disponibles, equipos disponibles y hospitales disponibles. Hay medicinas stockeadas disponibles. Hay médicos con experiencia. Las autoridades están haciendo lo suyo. El municipio ha hecho una gran labor. Y la ciudadanía, por nuestro temperamento costeño fue algo indisciplinada al principio. Se mantiene un grado de indisciplina, pero evidentemente cuando usted ve que se mueren siete mil quinientas personas y 460 en un día, usted se preocupa, no es lo mismo. La gente de una u otra manera se está cuidando y eso creo que es algo realmente positivo.
¿Cómo integraron a la sociedad civil y cómo ha sido su relación con la autoridad pública?
Guayaquil no es la capital de la República, pero es la ciudad más grande. Siempre la filantropía, el voluntariado y el civismo guayaquileño ha estado actuando en mayor o menor grado, pero siempre de manera permanente.
Es la primera vez que nos unimos para algo así, pero no es la primera vez que nos unimos con una tarea que requiere coordinación, que requiera unidad. En el Comité nos dividimos en comisiones. La comisión de Salud es una cosa, la de financiamiento hace otra cosa. La de importación y desaduanización hace otra cosa, la de información hace otra cosa. Entonces trabajamos en conjunto. Nos reunimos por zoom con muchísima frecuencia y decidimos rápidamente en base al informe de las comisiones. Es la forma cómo trabajamos. Ahora, con la autoridad, ellos están obligados a comunicarse con nosotros y nosotros con ellos. No podemos repetir las cosas. Tenemos que estar informados. Todos queremos lo mismo. Este no es un momento de discrepancia, es un momento de coincidencias y de soluciones, con el ánimo de llegar a un mismo fin.
De manera que lo importante es saber qué hacer y cómo hacerlo. Quién lo hace es importante, pero no es tan importante como saber qué hay que hacer, cómo hacerlo y para quién hacerlo. Hay que hacerlo para que la gente no se muera y hay que hacerlo para que la economía, aún con todo, funcione y no se agrave el problema.
Es una extraña coincidencia, pero nosotros nos reunimos [el Comité] por primera vez el 6 de abril, precisamente sin saber que ese día iba a ser el pico más alto [de muertes]. No estoy diciendo que porque nos reunimos empezaron a cambiar las cosas, pero pienso que fue muy positivo que nos hayamos reunido y que hayamos empezado a funcionar, a coordinar, a sumar y multiplicar como debe de ser, sin ningún afán que no sea servir, sin ningún afán de figuración individual, ni mucho menos. E ir informando a la ciudadanía, porque la ciudadanía no necesita que uno le dé noticias positivas falsas, porque eso es muy peligroso, pero tampoco necesita que la aterroricen, que le creen pánico porque también es muy negativo. Yo creo que decir la verdad siempre de manera continua, que la gente vaya sabiendo lo que pasa, que se mejora, que algo empeora, que se vuelve a mejorar, ayuda mucho y decirle a la gente la verdad. El ciudadano ayuda enormemente.
De todos los factores que ha mencionado, ¿cuál considera que ha sido el fundamental para ganar esta batalla contra el COVID-19 en Guayaquil?
Se llama eficacia y solidaridad. Eso se logra haciendo los grupos que quieren servir y nutriéndolo con la gente clave que sabe cómo servir y que tiene especializaciones en el tema. Yo le aclaro, yo no lidero nada, yo soy parte del grupo, lo hago con mucho gusto. Tengo experiencia y he sido 19 años alcalde de la ciudad, pero hay mucha gente muy preparada con muchísima experiencia, con gran voluntad y yo creo que frente a la desgracia la gente se une, es natural. No puede poner de manifiesto diferencias de otro tipo cuando la gente se está enfermando, se está muriendo.
Lo que sí me parece básico es que la gente entienda que, si no hay coordinación entre la población, gobierno municipal, gobierno nacional; y si la empresa privada representativa que puede servir y sabe hacerlo, no lo hace evidentemente no se pueden lograr los resultados. [En cuanto a la mortalidad] A mí me gusta ser exacto en eso. Desde el día 10 de mayo hemos tocado muchísimas veces el cero, pero hay días en que no hay cero. Si usted toma el promedio de los últimos diez días, el promedio es un muerto diario.
Desde el punto de vista de curar, si usted tiene medicina, si usted tiene experiencia médica que se va teniendo día a día, si usted tiene buena logística, usted logra que los hospitales y sus camas y sus equipos funcionen, y si la gente colabora en el plano sanitario guardando distancia social, protegiéndose básicamente con mascarilla y la parte de higiene corporal fundamentalmente, el lavado continuo de manos, yo diría que ahí está la clave, siempre y cuando, haya un período fuerte y necesario de cuarentena, es decir, del famoso quédate en casa.
En términos de medicamentos, ¿usted diría que es la hidroxicloroquina el medicamento que ha ganado esta batalla?
No soy médico, ni científico. Yo le digo lo que puedo observar y lo que dicen los médicos. No creo que sea exclusivamente la hidroxicloroquina, pero que ha sido un factor básico para lo que se ha logrado, definitivamente que sí. No hemos tenido reportes, ni uno solo, de alguien que haya tenido un ataque cardíaco por el uso de ese tipo de medicina. Y le repito, se usa frecuentemente y por larguísimo plazo. A veces de por vida.
¿El modelo que han desarrollado en el Comité ha sido replicado en otros lugares en Ecuador para enfrentar también la pandemia?
Hay en otras partes otros fideicomisos, especialmente en la ciudad de Quito, y algún otro más en Guayaquil. Yo no sé hasta qué punto se está replicando con exactitud lo que nosotros estamos haciendo, yo creo que, de alguna manera, aunque quizás con distinto enfoque se está haciendo. Yo creo que el éxito está precisamente en no cambiar de actividad y pensar que esto no está terminado y que no le hemos dado la vuelta a la página, que estamos muchísimo mejor, pero que tenemos que seguir al pie del cañón precisamente porque estas cosas son peligrosas.
Ahora nosotros hemos dado un giro. Precisamente hace tres o cuatro días decidimos crear una comisión nueva de reactivación económica y empleo, y en eso hemos estado trabajando, básicamente en dos programas y los tenemos en desarrollo.
¿Cuánto es lo que hasta este momento ha gastado el Comité en todos los ámbitos de acción?
No lo tengo presente. Son algunos millones de dólares, pero le puedo decir que no es una cifra significativa si usted la traduce en los cientos de miles de personas que han recibido raciones de alimento, [las] decenas de miles han recibido curación, [las] decenas de miles han sido atendidas a través del abastecimiento. Esto se traduce en atenciones. De más está decir que el comité no tiene gastos. Nadie cobra, todos somos empleados y todos somos jefes al mismo tiempo.
Fuente: IDL – Romina Mella