“La lección está clara: si Boluarte ha tenido que tejer alianzas para sobrevivir, sus sucesores deberán ser aún más hábiles para mantenerse en pie”.
El 2025 podría ser más que un simple cambio de dígitos en el calendario.
Los esotéricos vaticinan que será un año especial y quienes creen en la numerología aseguran que será un año donde se cerrarán ciclos y se preparará un nuevo comienzo.
Dina tiembla, espera que el suyo no. Aún no. Para alguien como la presidenta, a quien se le descubrió un muñeco vudú en su cartera en el allanamiento a Palacio de Gobierno en marzo de este año, este tipo de pronósticos no le son indiferentes.
En su reciente columna, Ricardo Uceda señala, con mucho respeto al calendario electoral, que el tiempo de la presidenta (para rendir cuentas ante la justicia) se iniciará en el 2026.
Sabemos que, en el mundo de las probabilidades, podría adelantarse al 2025, confirmando las supersticiones de algunos. El ciclo de Boluarte podría llegar a su fin y empezar una tormentosa etapa judicial.
La presidenta ha acumulado más carpetas fiscales que simpatías. Está comprometida en seis investigaciones por delitos como cohecho, encubrimiento personal y abandono de cargo. Ahí están el famoso Caso Rolex, el cofre, la rinoplastia y, por su puesto, la muerte de ciudadanos en las protestas de finales del 2022 e inicios del 2023.
La escena política es un tablero movedizo. Los aspirantes a suceder a Boluarte deben entender que, sin operadores políticos, fuerza parlamentaria o experiencia, cualquier victoria presidencial será efímera. El error capital será no prever que la sobrevivencia en Palacio dependerá más del Senado que del sillón presidencial.
Con la reforma bicameral ya en marcha, el Senado, diseñado para ser la joya de la corona, tendrá poderes que lo convertirán en el eje del poder político real. Su capacidad para legislar, bloquear iniciativas o elegir altos funcionarios podría hacer del presidente un accesorio decorativo.
La lección está clara: si Boluarte ha tenido que tejer alianzas para sobrevivir, sus sucesores deberán ser aún más hábiles para mantenerse en pie. Y así, mientras los números y los astros predicen un año de cambios, la incertidumbre reina.
En política, como en la vida, los ciclos se cumplen y el reloj nunca se detiene. Mucha agua florida y baños de florecimiento en Palacio de Gobierno. El 2025 está a la vuelta de la esquina y parece que no todos los finales serán felices.
Fuente: El Comercio – Mabel Huertas es Socia de la consultora 50+Uno