Hace unos días la ONPE declaró procedente la solicitud de revocatoria promovida por un ciudadano contra el alcalde Hernán Sifuentes Barca y 4 regidores.
Esto quiere decir, que 11 regidores, de los 15 que componen el concejo municipal, resultarían ser mayoría en el Concejo Municipal de San Martín de Porres, quienes desempeñan una buena labor legislativa y fiscalizadora.
Si esto fuera así, el promotor de la revocatoria, en este caso, evidencia que la mayoría de los regidores actúan en favor de los intereses vecinales, entonces no habría necesidad de revocar a nadie, sino fortalecer a ese grupo de 11 regidores para quienes no se solicita la revocatoria y que continúen con su frontal defensa de los intereses vecinales.
Pero no es así, esta solicitud de revocatoria, lo único que evidencia es una actitud de infantilismo político. Porque, al final la revocatoria son actos políticos de carácter vecinal. Si no me gusta el alcalde o tal o cual regidor, les impulso una vacancia o suspensión y si no hay argumentos me queda el camino de la revocatoria. Eso es infantilismo político, duro y puro.
La experiencia en todos y cada uno de los distritos de Lima, es diferente en los procesos de revocatoria. La última expresión de coherencia política en temas de revocatoria se dio en el gobierno municipal de Susana Villarán, donde mandaron a su casa a la alcaldesa y todos sus regidores.
En esa experiencia, es que resulta infantil que en un concejo municipal la mayoría de regidores sean buenos y un grupo minoritario donde incluyan al alcalde sea malo. O se van todos o no se va ninguno.
Y así evitamos el desgobierno municipal de enfrentar unos a otros cuando lo que se debe impulsar, haciendo uso de esa mayoría de regidores, es fiscalizar y generar normas municipales en favor de los vecinos. Pero no, mejor usamos la revocatoria para dividir y generar desgobierno para los próximos dos años y medio que le queda al actual alcalde y su concejo municipal, reflexionemos, hay sumas que restan.