“No se trata ya del coronel Colchado. Se trata, sobre todo, de la seguridad que debemos tener sobre una policía basada en la ley”.
El Gobierno tiene su propia policía. Se ha estrenado con la suspensión del coronel Harvey Colchado como jefe de la Diviac (División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad).
Colchado compartió por WhatsApp una foto de la torta que le regalaron por su cumpleaños. En esta se representa a un policía usando un “torito” (un ariete para descerraje).
La Inspectoría General de la Policía le atribuye a Colchado haberse burlado de la presidenta de la República y haber causado daño a la imagen de la PNP.
La Oficina Disciplinaria N° 17 de la Dirección de Investigaciones de la Inspectoría General inició un proceso administrativo contra Colchado y ordenó su separación del cargo de jefe de la Diviac. La Oficina Disciplinaria N° 17 fue creada un día antes de la suspensión de Colchado.
El equipo de Colchado encontró en el domicilio de la jefa del Estado evidencia sobre su posesión de pulseras de lujo y relojes Rolex. Hasta ahora no se ha explicado qué hacían en casa de Dina Boluarte esos documentos incriminatorios.
Con la foto de la torta, Colchado no ha dañado la imagen de la PNP. ¿Qué daño causa la representación de una acción policial usual?
La torta no representa a un policía vencido por un delincuente. Eso sí causaría daño a la imagen institucional.
No basta con decir “causas daño a la imagen de la PNP”. Se tiene que demostrar objetivamente ese daño.
No se puede aceptar que una “Oficina 17” de Inspectoría suspenda a policías con solo una imputación. Elevar la arbitrariedad a principio de control es destruir la institucionalidad.
Inspectoría debe demostrar que se ha dañado la imagen de la PNP. Debe decirnos cómo y cuánto se ha perjudicado esa imagen. Causa daño a la institución y a su imagen, más bien, mostrar que esta obedece al poder político en la defensa de la corrupción.
La división de la PNP que ha suspendido a Colchado actúa según una rabieta. Ha de ser la rabieta de la presidenta Boluarte. No debe haber quedado contenta al quedar en evidencia que tenía bienes de lujo de origen dudoso.
No se trata ya del coronel Colchado. Se trata, sobre todo, de la seguridad que debemos tener sobre una policía basada en la ley. La policía no puede ser instrumento de la venganza política ni de la rabieta del poderoso.
La policía es del Perú, no del Gobierno ni de Dina Boluarte.
Fuente: El Comercio – Federico Salazar es periodista