En la evaluación del comportamiento de los gobiernos regionales, frente a la Covid 19, existe una creencia muy extendida de que el actual sistema de salud hubiera funcionado mejor si éste hubiera estado centralizado.
La búsqueda de respuestas rápidas, sobre todo en los momentos más críticos, no permite discernir que, además de las responsabilidades de autoridades y funcionarios regionales, la pandemia nos encontró con un sistema nacional de rectoría y supervisión muy débil, cuya responsabilidad le compete al Gobierno Nacional. Es decir, lo más acertado es señalar que hubo una corresponsabilidad, entre el Gobierno Nacional y los Gobiernos Regionales, además de la precaria infraestructura.
Por esa misma creencia, puede parecer descabellado para muchos que, al realizar un balance sobre la respuesta de la ciudad de Lima a la pandemia, una de las conclusiones es que ésta pudo ser menos letal si la descentralización del sistema de salud se hubiera también realizado en la capital, al haberse transferido gran parte de la red hospitalaria y los centros de salud (atención primaria) a la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), tal como las leyes de descentralización lo disponen. Cabe entonces preguntarse, ¿qué hubiera pasado si desde el año 2011, en virtud de la Resolución de la Secretaría de Descentralización Nº402-2011-PCM/SD, se hubieran transferido a la MML, las 16 funciones de salud, 15 hospitales y 397 postas y centros médicos? El año 2020, cuando empezó la pandemia, ¿la respuesta de la ciudad de Lima hubiera sido mejor o peor? Tengamos en cuenta que entre el inicio de ese proceso de transferencia y el inicio de la pandemia hubieran mediado casi 9 años de proceso de descentralización de la salud en la capital, bajo administración de la comuna metropolitana. Pero, como sabemos, esa norma no se cumplió y dichas transferencias no se han realizan hasta hoy.
La respuesta a estas interrogantes, puede tener una alta dosis de especulación, pero, la comparación con otras ciudades-capital de Latinoamérica, donde sus países tienen regímenes políticos similares al Perú, puede ser válida. En la gran mayoría de ciudades de la región se han producidos esos procesos de descentralización a sus Gobiernos Metropolitanos, salvo los casos de Lima y Santiago de Chile. Por ejemplo, Bogotá y Quito, los cuales tuvieron mejor performance y menor cantidad de contagios y víctimas. Esos Gobiernos Metropolitanos dirigen no solo la atención primaria, sino la red hospitalaria. En Bogotá la transferencia de la administración se empezó a realizar desde 1998, mientras que en Quito se inició con mayor fuerza desde el 2002. En la capital colombiana, la alcaldesa, Claudia López, tuvo una destacada participación, precisamente porque tenía la conducción de la atención primaria de salud y gran parte de la red hospitalaria, a tal punto que, en la actualidad, ya se tomó la decisión de levantar la obligación de usar mascarillas. Uno de los mayores logros de la alcaldesa, fue la instalación del “Centro Hospitalario Transitorio”, con capacidad para atender 2.000 pacientes de baja complejidad, liberando espacios para descongestionar las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) en clínicas y hospitales.
Ese gran logro de la alcaldesa de Bogotá, también lo pudo realizar el alcalde de Lima, pero estaba impedido de hacerlo, porque las competencias y funciones de salud no le fueron transferidas, espera que viene desde el año 2002, tal como manda la ley. En las ciudades de Quito y Bogotá, en ningún momento la atención primaria se suspendió, tal como sí ocurrió en Lima y en todo el país, desde marzo del 2020. En Quito, a pesar que por cada 17,000 pobladores existe un centro de salud, esos establecimientos fueron autorizados para instalar carpas y extender la atención para los pacientes que aún no tenían síntomas graves. La pregunta que fluye es, ¿por qué en Lima, donde según la información del MINSA, cada puesto de salud tiene un potencial de atención de entre 6.000 a 20,000 ciudadanos, dependiendo de su capacidad instalada, ese nivel de atención fue interrumpido casi por un año y en el momento más crítico de la primera ola? En la base de esta decisión existió un enfoque “hospitalocéntrico” que centralizó toda la atención en los hospitales, subvalorando el papel de los centros de salud, pese a todas las precariedades que antes de la pandemia ya mostraban.
El otro ámbito donde otras ciudades capitales han destacado para enfrentar la Covid 19, es en el papel de la salud comunitaria. Esto involucrando a la población en estrategias de prevención e información, como correas de transmisión para implementar medidas y orientaciones que contribuyan a bloquear el avance de una enfermedad, pero también como vasos comunicantes para recoger casuística sobre cómo actúa la pandemia. En Lima, ese sistema prácticamente no existió al inicio de la pandemia porque el Gobierno Metropolitano y las municipalidades distritales no tenían ninguna competencia y función sobre la salud. El nivel de atención adecuado para implementar una salud comunitaria es desde los centros de salud, pero si el Gobierno de la ciudad no participa, no puede contribuir a su promoción. El mismo hecho que en los momentos más dramáticos de la pandemia los ciudadanos se hayan organizado para obtener oxígeno, realizar actividades para poner en funcionamiento plantas generadoras de ese elemento vital con la participación de varias municipalidades, muestra que, si el sistema de salud comunitaria hubiera estado en funcionamiento antes de la pandemia, la capacidad de respuesta habría sido mejor, potenciando la capacidad de resiliencia de la ciudad.
Además, si Lima concentra la mayor cantidad de médicos, enfermeras, tecnólogos y estudiantes de medicina, ese capital humano pudo ser utilizado para responder a la pandemia con mayor rapidez. Si el Gobierno Metropolitano hubiera tenido las funciones de salud, pudo utilizarse de mejor manera los 19 Hospitales de Solidaridad y los 11 centros médicos con que cuenta la MML. Pero, paradójicamente, esa infraestructura estuvo sin funcionar porque el Ministerio de Salud centralizó todas las decisiones en los hospitales, generando la congestión que todos hemos vivido.
El propio Ministerio de Salud hubiera ejercido con mayor eficiencia y eficacia la atención en la pandemia, si gran parte de la red hospitalaria y la atención primaria de Lima hubiera iniciado su proceso de transferencia hacia el Gobierno Metropolitano desde el año 2003. Durante esos 8 años, ya hubiera existido una experiencia acumulada, corrigiendo errores, afinando directivas y normas para dirigir la salud en Lima. El Ejecutivo, hubiera tenido mayor tiempo y personal para ejercer su rol rector, normativo y de supervisión sobre el sistema de salud nacional y del propio ámbito metropolitano. Es significativo destacar que luego de aprobada la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales el 2002, recién once años después el Poder Ejecutivo publicó la Ley Orgánica de Funciones del Ministerio de Salud (D.L. Nº161), que, en plena pandemia, el Ejecutivo se vio obligado a modificar, por sus enormes vacíos para precisar las funciones de cada nivel de Gobierno en la salud pública.
Sin embargo, hasta hoy el Ejecutivo quiere seguir ejerciendo su rol rector, normativo y supervisor del sistema de salud y, al mismo tiempo, administrar la red administrativa de salud más grande ubicada en Lima Metropolitana, como si los profesionales de la capital y sus autoridades tuvieran menores capacidades que los gobiernos regionales del interior del país y del propio Callao, donde sí se ha realizado la transferencia de funciones y la administración de salud. Ese afán de concentrar todo en la capital, bloqueó la posibilidad utilizar todas las fuerzas para enfrentar la pandemia.
Escribe: Neptalí Carpio Soto – periodista