El amor y dedicación por rescatar a un niño de las garras del coronavirus es implacable. Las 614 enfermeras(os) del Instituto Nacional de Salud del Niño de Breña, están dispuestas a todo con tal de salvar a un paciente, incluso a ofrecer hasta su propia vida en la primera línea de atención frente a la Covid-19.
Desde que se creó este primer centro pediátrico, hace 90 años siempre han estado presentes cuando el país las ha necesitado en momento que la salud y la vida de los niños han estado en peligro, son grandes profesionales que han alcanzado la especiación para cuidar los casos más severos que presenten los pequeños.
Un reconocimiento también a la Lic. María Flores del Servicio de Cirugía General que dio su vida durante esta pandemia cuidando la salud de los niños peruanos.
Haciendo frente a la pandemia
Para hacer frente a la pandemia se creo la Unidad de Contingencia Covid, las enfermeras asignadas a esta área tuvieron que recuperarse de la impresión, otras se ofrecieron voluntarias para ponerse en la primera línea de batalla. Como todo ser humano el temor las invadió al inicio, porque poco se sabía de este virus pero hoy han aprendido a convivir con él, luego de haber atendido a más de 230 niños entre hospitalizados y consulta externa. La mayoría de ellos llegan con severas enfermedades prexistentes y fueron alcanzados por el temible Covid-19.
Son 45 las enfermeras en esta área que han cambiado la vestimenta turquesa por el Equipo de Protección persona (EPP), es duro llevarlo puesto durante el turno de 12 o 24 horas pero es indispensable su uso, la sofocación y heridas en la cara son los mudos testigos, los niños las miran con asombro pero luego se acostumbran, porque de su cuidado depende su recuperación.
El más pequeño ha sido un neonato de 13 días de nacido, el de mayor edad un adolescente de 16 años, hoy están recuperados. Cuando abandonaron las salas igual que los más de 80 niños que lo han hecho hasta el momento, la alegría es inmensa para el personal, es una victoria, algunos van a casa otros a los servicio del instituto y cuando a pesar de todos los esfuerzos, son arrebatados por el manto oscuro, la tristeza es inconsolable, como ocurrió con un menor de 3 meses.
Estar en primera línea es cosa de Dios
Cristina cabezas, es una enfermera que lleva 21 años trabajando en el instituto, primero fue técnica en enfermería, nos comenta. Durante todo este tiempo ha ganado experiencia laborando en Neurocirugía, Cardiología y la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), para ella el Covid cambió su perspectiva de trabajo, ha salido a hacerle frente a todos los retos y asumirlos con responsabilidad su difícil tarea es ser la coordinadora de la unidad.
Recorre los cinco pisos, cuidando que se cumpla estrictamente los protocolos, le da soporte emocional a los padres de familia, supervisa la limpieza y seguridad del establecimiento, le da aliento a sus compañeras hasta que llega al lugar donde más le gusta estar, con los niños.
“Estar en primera línea es cosa de Dios y lo hacemos con todo profesionalismo”, expresa la licenciada en enfermería, quien además tiene que alentar a sus compañeros, once de ellos contrajeron la enfermedad, “felizmente se están recuperando”, han pedido volver pronto al frente de batalla, son unos verdaderos guerreros.
Cuando vuelve a casa, hace un balance del trabajo del día, “en el trayecto pienso en Dios” y pide fuerzas para seguir luchando contra este enemigo invisible.
“Mi casa se ha convertido en un hospital”, comenta. Sus padres de avanzada edad y su hermano quien sufre de epilepsia, la obligan ahí también a seguir protocolos estrictos para salvarlos de la Covid-19.
Sin duda nació para servir, es una pasión para Cristina, tanto así que “si tendría que volver a estudiar volvería a elegir enfermería” y seguir salvando a más niños, arriesgando su propia vida.
La Lic. Zaida Salazar, lleva también 20 años como enfermera, e indica, que “hay una carga emocional muy fuerte en el personal pero la consigna es seguir adelante”, tiene que lidiar con su sufrimiento de los niños, el dolor y sus ganas de vivir, lo ve en sus ojos cuando no pueden expresarlo a viva voz por el equipo de intubación endotraqueal que llevan puesto.
“Nosotros queremos abrazarlos como antes, pero no podemos, se les explica con amor y paciencia, porque no sabemos qué puede pasar, vemos a los pacientes como si fueran hijos o sobrinos que necesita nuestra atención y nos damos integras en nuestras labores” expresa la licenciada.
Hace un análisis de la situación que vive el país. “Es un encuentro de sentimientos, la gente no está tomando conciencia de lo importante que es cuidarse, la población tiene mucha necesidad, pero no hay razón de exponerse como lo están haciendo”, indicó
Los niños que llegan a la Unidad de Contingencia Covid, son en su mayoría pacientes con enfermedades pre existentes como parálisis cerebral infantil (PCI), diagnósticos hematológicos complicados, VIH, síndrome multisistémico y post operados que han dado positivo al coronavirus en la prueba rápida.