Las inmediaciones del mercado central de Lima tienen un ir y venir de vendedores ambulantes que, antes de la pandemia, eran trabajadores estables o tenían un negocio que acabó abruptamente con la aparición del virus, el reflejo de una situación que ha disparado las ya altísimas tasas de informalidad de Perú.
Desde las nueve de la mañana, Jorge Ramírez llega con su cargamento de atomizadores y mascarillas para vender en las inmediaciones de la principal zona comercial de Lima, donde los importadores mayoristas han cambiado las vitrinas de juguetes y perfumes por envases de alcohol, protectores faciales y mamelucos que protegen contra el contagio de la COVID-19.
La pandemia nos quebró
Ramírez fue un empleado del ministerio de Educación que puso un negocio junto a su esposa con la liquidación que obtuvo al salir de ese puesto, pero «la pandemia prácticamente nos quebró porque no tuvimos para pagar alquileres, no tuvimos capital, entonces hemos tenido que salir a vender a la calle», explicó a Efe.
No hemos recibido bono por vivir en la ciudad y no en un cerro
Dado que él y su familia no viven «en el cerro, en la barriada, (sino) vivimos en la ciudad, no hemos recibido ninguna ayuda» del Gobierno de Martín Vizcarra, que entregó bonos a las familias más vulnerables del país.
Durante los cuatro meses de cuarentena, «nos hemos ido gastando todo el capital, hasta que ya nos quedamos sin nada», indicó Ramírez.
Del Call Center a vender sábanas
A unos metros de él está Ronald Díaz vendiendo sábanas y colchas con una amiga del barrio, que también quedó desempleada este año.
«Realmente me inicié (como ambulante) cuando inició la pandemia porque anteriormente estaba trabajando en una empresa, pero debido a la pandemia quedé desempleado y, con los ahorros y todo lo que pude liquidar ahí, compré mi propia mercadería», contó Díaz a Efe.
La empresa de ‘call center’ en la que trabajaba despidió a más del 50 % de sus trabajadores y comenzó a descontarles días de su mensualidad a los que se quedaron, lo que terminó por animar a Díaz a renunciar y buscar algo propio.
La venta ambulatoria está prohibida en el centro de Lima, pero «en base a la habilidad peruana que tenemos, tratamos de aprovechar los pocos espacios, los pocos momentos», dice Díaz, al explicar cómo esquivan cada día a los guardias municipales para poder vender hasta poco antes de que empiece el toque de queda nocturno a las 10 pm.
Siete millones de desempleados
La cuarentena en Perú ha dejado 6,7 millones de desempleados en Perú, con el mes de junio como el de peor resultado, al haber registrado 55 % de desempleo, según cifras compartidas por el economista Kurt Burneo.
«Hasta antes de la cuarentena o del aislamiento social teníamos un 72 % de trabajo en el sector informal, o sea un poco más de siete de cada diez eran informales», señaló Burneo en entrevista con Efe.
«Ahora con los resultados que estamos mirando, la caída de la actividad económica sostenida, considerando que de abril a junio tenemos 6,7 millones de desempleados y en junio estamos hablando de un 55 % de desempleo, esto coadyuva a que la tasa de informales en el sector laboral pase posiblemente a un número cercano a nueve», agregó.
Es decir, «nueve de cada diez (trabajadores), lo que era siete de cada diez», remarcó el investigador.
En sillas de ruedas
Leonor Almonacid es una mujer discapacitada que desde hace un mes vende percheros en el mercado central en su silla de ruedas, pero que, antes de la epidemia, se dedicaba a su casa porque su esposo contaba con un trabajo.
«Antes yo estaba en mi casa, porque vivo con mi pareja que es una persona con discapacidad también, él tenía un negocio, vendía en los hospitales, pero con lo que pasó ya no se puede, los hospitales están contaminados y ya nos quedó venirnos aquí a vender», declaró Almonacid a Efe.
Ella es una de las beneficiadas con los bonos entregados por el gobierno, pero no es suficiente para ambos y sabe que tendrá que seguir vendiendo en la calle con su pareja.
«Para las personas con discapacidad no hay mucho (trabajo), es difícil conseguir un trabajo para nosotros, nos ponen muchas trabas, no nos tienen en consideración», afirma.
Domingos de confinamiento
Fernando Julca es un joven que dejó de estudiar para ponerse a trabajar de almacenero en un taller de pañales cuando le sorprendió la pandemia y decidió entonces vender ropa de bebé como ambulante.
«Es un trabajo que lo conseguí por la necesidad que todos estamos pasando en este momento porque mayormente las empresas están recién reactivándose», dijo Julca a Efe.
Como la mayoría de los vendedores informales, Julca ve mal que Vizcarra haya impuesto nuevamente el confinamiento los domingos, para controlar el rebrote de la enfermedad, «porque hay mucha gente en Perú que viven del día a día» y añadió que, en su lugar, «el gobierno debería llegar con los bonos para todos porque eso sería una gran ayuda para la población».
Insuficiente demanda laboral
Para explicar la informalidad que caracteriza desde hace años al mercado laboral peruano, Burneo afirmó que ésta tiene que ver «en principio con una insuficiencia de demanda» y en segundo lugar con «la magnitud del desempleo abierto, que hace que un trabajador formal haga un cambio al aceptar menores condiciones laborales, pero tener un flujo de ingresos, frente a la nada».
«Pensemos tan sólo en estos 6,7 millones de desempleados, están desesperados por retornar o recuperar sus ingresos, (pero) como la calle está dura, o hay pocas oportunidades de empleo en el mercado, la gente está dispuesta a aceptar menores salarios y menores condiciones laborales», indicó el catedrático.
Informales sostienen el consumo
El hecho de que casi las dos terceras partes de la población viva en la informalidad laboral «genera una vulnerabilidad de la economía en su conjunto», opinó por su parte el economista Jorge Chávez, presidente ejecutivo de la consultora Maximixe.
«El consumo se ha venido abajo en Perú porque gran parte de la población que es informal (…) explican el 58% del consumo y, en la medida que han perdido sus empleos o sus ingresos, se han visto minimizados», afirmó Chávez.
El experto añadió que al caer el consumo en general «no puede haber una buena perspectiva para la inversión en una economía en que el consumo no se va a reponer».
La pandemia provocará una caída del PIB de Perú de entre 12 y 15%, según estimados del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, pero en 2021 logrará una recuperación del 5%.
Sin embargo, «la caída de 15 % de este año va a pesar en los siguientes años y yo creo que en el mundo entero va a haber un estancamiento en la economía global por un tiempo en un escenario optimista, porque en un escenario pesimista puede haber una nueva depresión más adelante, derivada de la vulnerabilidad que ahora existe», anotó Chávez.
Fuente: Agencia EFE