Hoy, 12 de mayo, 20 millones de enfermeras en todo el mundo celebramos el Día Internacional de la Enfermería.
Este año es más especial que nunca, ya que el año 2020 fue declarado Año Internacional de la Enfermera y la Partera por la Organización Mundial de la Salud. Una declaración que supone una gran oportunidad para visibilizar lo que hacen las enfermeras en todo el mundo.
Desgraciadamente ha tenido que ser una pandemia de una magnitud sin precedentes la que más visibilidad ha dado a la labor que realizan estos profesionales de la salud.
Durante dos meses hemos salido cada tarde a los balcones a aplaudir a médicos y enfermeras, considerados héroes. Pero no son héroes: son personas de carne y hueso. Eso sí, formadas para atender profesionalmente a los que sufren, a los vulnerables y a los necesitados; para estar presentes en los momentos más duros de la vida de las personas.
En momentos trágicos
Dice Annette Kennedy, presidenta del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE):
“Las enfermeras entienden de esperanza y valor, alegría y desesperación, dolor y sufrimiento, así como de vida y muerte. (…) Están presentes en algunos de los momentos más preciados de la vida al igual que en algunos de los más trágicos. (…) Sirven a la humanidad y, mediante sus acciones, protegen la salud y el bienestar de las personas, las comunidades y las naciones.”
Lo hemos podido comprobar estas semanas. Pese al riesgo de contagio, más de 307 mil enfermeras y enfermeros han estado trabajando en nuestro país. Muchas han explicado lo desgarrador que ha sido para ellas no poder estar con las familias en el momento del dolor y de la muerte de sus familiares. Rebelándose a esta situación, muchas no han dudado en mostrar su sensibilidad hacia los que sufren facilitando –cuando ha sido posible contar con equipos de protección– que al menos una persona pudiera estar con su familiar enfermo, acompañándole hasta el final.
Esta manera de actuar se enseña en las facultades de Enfermería, que forman profesionales comprometidas, responsables, generosas siempre, incluso cuando hay riesgo de contagio.
El papel de los estudiantes
En esta crisis sanitaria también hay que destacar la labor de los estudiantes de enfermería en esta crisis sanitaria. El decreto de estado de Alarma en España regulaba la contratación de estudiantes de cuarto curso para “auxilio sanitario”. Al dar a conocer esta necesidad, la respuesta fue inmediata, y alrededor de 4 mil estudiantes de enfermería se incorporaron al sistema sanitario para la atención de pacientes con COVID-19.
Por la tensión asistencial del momento, más que tareas de soporte o apoyo, están desarrollando actividades propias de enfermeras tituladas. Hay estudiantes de cuarto curso en unidades de cuidados intensivos, en plantas de hospitalización, etc., trabajando como un profesional más. Tanto es así que los estudiantes de enfermería han estado haciendo doble turno hasta desgastarse y, sobre todo, pasando desapercibidos.
A tal extremo ha llegado la cosa que algunas facultades de Enfermería han tenido que desarrollar sistemas de soporte emocional para los estudiantes, procurando que ningún alumno claudicase antes de finalizar sus estudios por un encuentro demasiado brusco con esta realidad. Su rol en esta pandemia no debería ignorarse.
Una visión holística
Cuando empezó la pandemia en el Año Internacional de la Enfermera y la Partera, pensé que era la peor situación que podíamos vivir nunca para celebrar un año tan importante. Sin embargo, creo que más bien se ha podido ver a gran escala la contribución que realizan estas profesionales para el bienestar de las personas y de la sociedad.
Las enfermeras son líderes de los equipos sanitarios, y quienes ponen al paciente-familia en el centro de su misión para lograr mayor nivel de autocuidado en temas de salud. Son las profesionales que miran a la persona de forma holística, integrando todas sus necesidades, físicas, emocionales, sociales y espirituales. En ese sentido, aplican a pies juntillas la definición que la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma-Ata de 1978 asumió sobre la salud: aquel estado de total bienestar físico, social y mental, y no simplemente la falta de enfermedad o malestar.
Desde entonces, los modelos teóricos de enfermería integran dichos objetivos, de modo que el trabajo profesional de las enfermeras contribuye con dicho bienestar de la persona de forma global.
Ojalá 2020 sea un catalizador para poner en marcha una nueva forma de ver la profesión enfermera en el mundo. Gracias enfermeras y enfermeros del mundo por la labor tan extraordinaria que realizáis. Hoy, como ayer, tenéis el aplauso de la sociedad.
Fuente: The Conversation